“Arrepiéntete y conviértete. Arrepiéntete y conviértete….”, repetían una y otra vez dos ministras extraordinarias, apostadas en el púlpito de la iglesia Santa Teresita, en el norte de Quito, mientras pintaban con su pulgar derecho, una cruz de ceniza, en la frente de los feligreses que madrugaron a recibir esta imposición, este miércoles 22 de febrero de 2022.

Las iglesias de la capital fueron el centro de acogida de decenas de creyentes, practicantes o seguidores de la religión católica. Muchos madrugaron para escuchar la primera misa, programada en diferentes sitios, para las 07:00. Llegaron en familia, pareja o simplemente solos. Algunos decidieron asistir a esta cita previo al arribo a sus sitios de trabajo. La necesidad de cumplir con un sacramento católico y con Dios, fue imperativo.

En la parroquia Santa Teresita, sector La Mariscal, norte de la ciudad, residentes y trabajadores de oficinas cercanas asistieron sin necesidad de presenciar la misa, para colocarse la ceniza en la frente. Las ministras encargadas de este trámite señalaron que permanecerán en el altar hasta las 18:00, hora en la que se efectuará la última misa.

Robin Calle, párroco de la parroquia, manifestó que con este simbolismo el mundo católico da inicio a la denominada cuaresma; es decir, se contarán 40 días hasta que llegué la Pascua o Semana Santa, donde se recuerda la muerte y resurrección de Jesucristo.

"La cruz es la expresión del amor de Dios. Nos permite recordar que somos hijos de él. No se trata de un rito o práctica vacía. El discípulo cuando la recibe está diciendo que quiere asumir el proyecto de Cristo. Con esta señal damos cuenta de la fragilidad del ser humano, de la realidad finita y es el inicio de la toma de conciencia que no somos dioses", expresó Calle. 

El polvo de la ceniza con que se marca la cruz en los feligreses es elaborado a base de la palma de cera con que se fabrican los ramos. Estas son incineradas, luego trituradas y finalmente mezcladas con un líquido para bendecirlas y colocarlas sobre los creyentes.