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Militar se estrelló cuando llegaba a la Base Naval San Eduardo en Guayaquil

El marino Kevin Calle debía patrullar las calles de Guayaquil, pero la ‘huesuda’ se le cruzó en el camino. Su madre no podía con tanto dolor.

Mercedes Baldeón llora desconsolada la muerte de su único hijo, el miembro de las Fuerzas Armadas, Kevin Calle.
Mercedes Baldeón llora desconsolada la muerte de su único hijo, el miembro de las Fuerzas Armadas, Kevin Calle.CARLOS KLINGER

No había palabras de consuelo que pudieran aliviar el corazón de Mercedes Baldeón. Kevin Alexander Calle Baldeón, su único hijo, el hombre que la llenaba de orgullo, había fallecido a consecuencia de un accidente de tránsito.

Los gritos de lamento entristecían a las personas que observaban la triste escena que protagonizaban la madre y la cónyuge del miembro de las Fuerzas Armadas, de 24 años, quien pereció la mañana del domingo 23 de abril en la avenida Barcelona, a 150 metros de distancia de la Base Naval San Eduardo, en el oeste de Guayaquil.

Kevin Alexander, quien desde hace tres años era miembro de la Armada del Ecuador, debía formar a las 07:00 y luego salir a las calles del Puerto Principal para patrullar, labor que desde 2 de abril por el estado de excepción también desempeñan los militares. Sin embargo, nunca llegó a su lugar de trabajo, porque, al parecer, perdió pista y la motocicleta que conducía se estrelló contra la vereda. El impacto provocó que saliera despedido del liviano vehículo y se estrellara contra la calzada.

El 18 de mayo próximo, el marinero, quien tenía el grado de grumete, iba a cumplir 25 años. No tenía hijos.

“Llevaba casco, pero, al parecer, no se lo había asegurado bien. Al salir despedido de la moto, este se salió de su cabeza y no pudo evitar el fuerte impacto de su cráneo contra el muro de cemento. Voló como 10 metros”, contó una persona cercana al fallecido.

Compañeros de labores del fallecido también arribaron al sitio del suceso.
Compañeros de labores del fallecido también arribaron al sitio del suceso.CARLOS KLINGER

El cuerpo del uniformado, quien residía en las calles 45 y la P, en el suburbio porteño, permaneció varios minutos sobre la calzada, que como consecuencia de la lluvia estaba mojada. A pocos minutos arribaron sus compañeros de labores y familiares.

En medio de su dolor y angustia, la progenitora intentó acercarse al cadáver de su vástago, quien yacía sobre calzada, cubierto con una sábana azul. “¡Mi hijo, mi único hijo! ¡No puede ser, Diosito!, ¿por qué te me lo has llevado?, ¡devuélvemelo, no me hagas esto, él era mi orgullo, todo lo que tenía!”, clamaba la señora, mientras un paramédico del Cuerpo de Bomberos tomaba sus manos y le daba palabras de aliento para tratar de tranquilizarla.

A un costado estaba la cónyuge del occiso. La joven manifestó que su amado salió de su domicilio y que luego las llamaron por teléfono para avisarle que había sufrido un accidente. “No imaginamos que había fallecido, llegamos pensando que estaba herido”, comentó la chica.

Personal de la Oficina de Investigación de Accidentes de Tránsito (OIAT) y de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) arribó al sitio del percance para tomar procedimiento de este trágico suceso, que le arrebató el único hijo a una mujer. (AEB)