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¡Bendijo a los fieles antes de partir!
Christian Carrillo, sacerdote de la Policía Nacional, se habría suicidado la tarde del domingo, en la parte posterior de la iglesia, donde ofició su última misa, en el norte de Quito.

Moradores del sector completamente afligidos ingresaron a la iglesia para rezar por el alma del párroco fallecido.
Las últimas palabras que exclamó el sacerdote Christian Carrillo y que permanecen intactas en la memoria de los fieles fueron: “Vayan felices como hijos de Dios, porque él los protegerá con su poder”. Lo dijo al concluir la santa eucaristía frente a decenas de feligreses que se congregaron en la iglesia Cristo de Emaus del Carmelo, la mañana del domingo 23 de abril.
Horas más tarde, aquel ambiente alegre y religioso se tornó amargo en la parroquia de La Kennedy, norte de Quito. El padrecito, quien también formaba parte de las filas policiales en grado de subteniente, había sido encontrado sin vida dentro de su residencia eclesiástica.
Moradores del sector La Bonanza observaron que –de repente– varios paramédicos ingresaron a la iglesia; minutos más tarde arribaron unidades de la Policía y eso generó preocupación en los fieles, que inmediatamente se apostaron en los exteriores del templo para saber qué le había sucedido al curita.
Entre el tumulto circulaban tres hipótesis sobre su muerte. Algunos creían que gente extraña ingresó a su domicilio para robarle y asesinarlo, otros, en cambio, comentaban que su fallecimiento se debió a un infarto. Sin embargo, tras las investigaciones de los uniformados se dedujo que el párroco supuestamente se suicidó en el baño.
Los seguidores del religioso, desmoronados por la noticia, trataban de hallar una explicación a lo acontecido. “Cuando dio la misa, el padrecito estaba bien, en ningún momento se lo vio raro. ¡Qué pena!, Dios lo tenga en su gloria”, expresó María Herrera, residente de la zona.
La escena se volvió aún más triste luego de que varias personas llegaran a la iglesia para presenciar el culto de las 18:30. Apenas se acercaban se enteraban que el padre Christian no volverá a situarse frente a ellos para predicar la palabra del Señor en el templo, que fue su hogar durante un año y medio.
Agentes de la Dinased y Criminalística realizaron la inspección de la habitación, ubicada en la parte posterior de la iglesia, donde fue hallado el cuerpo del hombre, de 38 años. Tras los procedimientos forenses fue llevado a Medicina Legal.
La semana pasada, el sacerdote de la Policía fue a la morgue de Quito, donde bendijo el lugar y los nuevos equipos tecnológicos que reemplazaron a las antiguas planchas metálicas donde se realizaban las necropsias. El curita estaba emocionado y con aquel entusiasmo ahuyentó al “demonio” de esas instalaciones echando agua bendita, sin saber que días más tarde ocuparía un espacio en la moderna sala de autopsias del sitio.
Repique de campanas
Luego de que terminaran las diligencias de Criminalística en la parroquia de La Kennedy se ofició una misa por la muerte del padre Christian. Repicó la campana de la iglesia en un tono triste y las puertas se abrieron para recibir a los feligreses. Otro de los sacerdotes de aquella congregación dio la santa eucaristía, en la que recordó al curita policial.
Durante la ceremonia religiosa, la mayoría de los asistentes no dejaron de llorar. Rememoraban a Carrillo y lo mucho que hizo por la comunidad, por ello incluso lo consideraban como un líder entre los habitantes. Fernando Esparza manifestó su consternación por el fallecimiento del religioso, quien en la Semana Santa compartió con todos los pobladores.
No contestó el celular
Las investigaciones revelaron que el párroco se comunicó por última vez con un amigo, aproximadamente a las 15:00 del domingo. Las dos personas iban a realizar una diligencia, pero repentinamente Carrillo no contestó los mensajes de texto.
El allegado del sacerdote, extrañado por no recibir una respuesta, se dirigió a la iglesia para saber qué había sucedido. En reiteradas ocasiones golpeó la puerta, pero nadie habló.
Después de unos minutos decidió atravesar el cerramiento y se dirigió a la segunda planta del inmueble. Cuando ingresó a la vivienda encontró al sacerdote de la parroquia suspendido al interior del baño.
Liceña Quishpe fue una de las vecinas que se desató en llanto tras conocer su fallecimiento. El resto de moradores también derramó lágrimas porque habían perdido a un párroco, a quien llegaron a tenerle mucho cariño, ya que siempre promulgaba el amor al prójimo y la solidaridad.
En el GOE
La mañana del lunes 23 de abril, los restos del sacerdote, quien también se desempeñaba como obispo castrense de la Policía Nacional, fueron velados en la capilla del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), donde se graduó como subteniente en marzo del año pasado.
El coronel Fabián Codel, jefe de esa unidad, manifestó que Carrillo fue quien hizo los trámites para que se construyera la capilla en el GOE hace 15 años.
“Fue un gran amigo, una persona noble y un líder religioso por varios años... Aconsejaba y daba las bendiciones a los compañeros policías para que todo les fuera bien en su trabajo”, manifestó el oficial.
Por su parte, el padre Rubén Darío Bedoya, vicario episcopal de la Fuerza Terrestre, también lamentó lo acontecido. Comentó que se ha perdido a un sacerdote joven, que lo recuerda porque hace un año estuvo con él en Roma, Italia, en representación de la Policía y del Ejército.