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En Quito, la reapertura de ‘El Humito’ es una salida a la crisis
Los comerciantes esperan la rehabilitación del parque para reactivar su economía.
Rosario Llugcha llora cuando recuerda el mes que estuvo lejos de su “amado” parque de El Humito (Navarro), en La Vicentina, norte de Quito. Para la comerciante, ese tiempo sin laborar fue terrible para la economía de su hogar. Tiene dos hijos en el colegio y “en pleno inicio del año lectivo me quedo sin sustento”.
La vendedora reconoce que ha tenido que fiar, incluso para la comida de su familia y cuenta que en ocasiones no tomaban ni café. Pero parece que ese trágico escenario cambiará a partir de este 22 de septiembre. La tarde de este jueves se reinagura el parque José Navarro. Se trata del espacio en que durante más de 30 años, las ‘caseritas’ se han instalado a vender tripas, tortillas con caucara, papas con cuero, pinchos y más.
A inicios de julio, el Municipio de Quito empezó tareas de readecuación. Para ello se solicitó a los comerciantes que durante 15 días abandonen el sitio, sin embargo, los trabajos duraron más de un mes.
Rosario tiene expectativa por la reapertura, pero también siente temor por las deudas que ha adquirido en las últimas semanas. Para ofrecer un mejor servicio los vendedores debieron mandar a hacer nuevos puestos, lo que implicó un gasto adicional que ahora la inquieta. Ella confía en su fiel clientela y ofrece atenderles con mucho cariño para que hagan “el gasto”.
Por otro lado, los vecinos del lugar se sienten complacidos con las novedades. Unas mesas de metal, adecuadas para los comensales, les parece “de lujo”. Juan Trujillo reside en el barrio hace 19 años y desde niño sus padres le llevaban a deleitarse con los manjares de las ‘caseras’. Para él, aquellos muebles representan comodidad para los consumidores.
Esa idea la comparte Andrea Cajas, una diseñadora gráfica, de 33 años. La mujere recuerda que siempre le gustó la sazón de sus ‘vecis’, pero ahora con los puestos más organizados y bien presentados las visitará más seguido.
Juana Robalino vive en Guápulo, pero todos los días camina junto a su madre Digna hacia el parque. Para ellas es una buena oportunidad contar con un sitio de caminata, donde puedan respirar aire puro. Incluso valoran las bancas puestas a la sombra, donde se sientan a conversar.