Un delicioso aroma emanaba desde la cocina en el exterior de la iglesia Madre Dolorosa. Allí se preparaba el menú que, ese jueves, compartirían algunos beneficiarios de la parroquia, ubicada en el sector El Fortín, en el noroeste de Guayaquil.

Son unas 25 personas, entre adultos mayores y enfermos, quienes una vez por semana reciben un plato de comida en esta casa de oración, levantada en la parte posterior del centro comercial de la vía Perimetral.

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“Hemos ido recogiendo las necesidades del entorno y nos hemos dado cuenta de que hay enfermos, adultos abandonados, que no tienen lo más básico para alimentarse”, resalta el párroco Rafael Ramírez, quien lleva cuatro años a cargo de la parroquia.

El religioso también está al frente de Cáritas Parroquial, organismo de la Diócesis que promueve la asistencia social desde las distintas parroquias de la ciudad.

Como parte de esa labor, han convocado a grupos de jóvenes con quienes visitan los hogares de enfermos y personas solas para ayudarlos a limpiar sus espacios, botar desechos acumulados y brindarles un ambiente más digno para vivir.

Para poder cocinar los alimentos, primero se organizó la adecuación de la cocina y la consecución de los utensilios necesarios. Además, colocaron dos canastos en la entrada del templo para que los feligreses dejen sus donativos: arroz, enlatados, pastas, lo que puedan compartir con quienes más lo necesitan.

Desde mediados de abril, tras estos primeros pasos, comenzaron a entregar semanalmente un plato de comida caliente. El objetivo, sin embargo, es crecer: llegar a más personas o ampliar los días de atención. Por eso, en cada misa, piden a Dios que provea “el pan nuestro de cada día”.

Un compromiso que trasciende la alimentación

“Las necesidades siempre aumentan con tantos problemas sociales. Gracias a Dios tenemos gente que colabora”, explica el padre Ramírez, quien cuenta que, además, han entregado víveres a damnificados por las lluvias en otras localidades.

Más allá de la alimentación, el sacerdote ha gestionado la donación de sillas de ruedas, bastones y otros apoyos para quienes más lo necesitan.

El aroma de la preparación se hacía más intenso. Ese día compartieron arroz con pollo y jugo de naranja. Pero a más de entregar el menú, cumplieron con el mandato más esencial del Evangelio: amar a los demás como Jesús nos ha amado.

Una iglesia para ganar indulgencia

Esta parroquia, que fue consagrada e inaugurada en 2016, es uno de los templos jubilares de la Arquidiócesis de Guayaquil, a donde creyentes de las zonas de El Fortín, Monte Sinaí y los alrededores pueden llegar a orar y cumplir con los requisitos para ganar la indulgencia plenaria en este Año Santo que vive la Iglesia.

Representada en un cuadro en la pared del altar, en un gran vitral y con una efigie, la Madre Dolorosa acoge a sus devotos en esta su casa y les regala esa mirada de consuelo.

El Divino Niño Jesús; el médico que próximamente será elevado a los altares, el Hermano Gregorio, también tienen su espacio; al igual que Nuestra Señora del Buen Suceso, una de las advocaciones mencionadas desde la antigüedad. Ella reveló algunos hechos para el país.

En este templo cuentan con un oratorio para quienes quieran estar en contemplación ante la Virgen del Carmen o las santas ecuatorianas Marianita de Jesús y Narcisa de Jesús, frente al busto de Jesús colocado en el sepulcro.

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