¡Pasan carros y los ponen a temblar!

Ariana Almeida Martínez, Quito
Al principio, Janeth Moya solo cerraba los ojos cuando sentía vibrar las ventanas de su local.
Han pasado tres meses desde que se puso el restaurante debajo del intercambiador vehicular, ubicado en la 10 de Agosto y Orellana (norte de Quito), y las tareas cotidianas hacen que olvide el ‘sacudón’ que genera la circulación de los autos sobre su comedor.
Las  fisuras en el paso a desnivel, la humedad y el movimiento constante han causado angustia en peatones y residentes del sector, quienes temen que el puente se caiga como sucedió en Guayaquil durante el terremoto del 16 de abril.
Moya trabaja junto a su hija Maricela Valencia y ambas reconocen que luego del sismo el miedo está presente. “Nosotros nos hemos acostumbrado, pero los clientes se quedan quietitos (asustados). Aquí es difícil saber si es otro temblor o solo un carro que pasa a toda velocidad”, indicó Valencia.
La idea de que el puente pudiera colapsar también inquieta a Jorge Ocaña, sobre todo porque era su primer día (ayer) a cargo de una tienda aledaña al negocio de Moya.
“Aún no he sentido nada. Vi las fisuras por fuera. Tal vez por eso se fue la expropietaria”, replicó. Él espera que esta situación no se agrave, especialmente porque acaba de invertir su capital en la despensa.
Pero el temor no solo afecta a quienes laboran cerca del sitio, sino también a peatones que circulan por ahí.
“Yo paso rapidito porque el ruido es fuerte. El rato menos pensado se cae”, manifestó Franklin Mafla, un mensajero que cruza bajo el intercambiador todos los días.