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El perro finalmente murió de un paro cardiaco.Cortesía

El corazón de Amarok no aguantó

Perro envenenado en Quito tardó en ser atendido y no sobrevivió.

La emergencia de una familia y su mascota se publicó en redes sociales, se viralizó y llegó hasta ser la causante de un despido entre los funcionarios de la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) de Quito.

Luego vino la pregunta entre quienes estuvieron atentos a este caso. ¿Era justa esa sanción?

Así fue la cosa

Un perro que había sido envenenado intentaba llegar a una veterinaria y era trasladado en una camioneta.

Sin embargo, como el perro era vigilado por una persona en la parte del balde fueron detenidos por un agente, ya que hacerlo es una infracción. El tiempo transcurría y a pesar de estar a una cuadra del centro médico no pudieron avanzar. El vigilante necesitaba sancionarlos.

Saúl Falconí se encargó de contar la historia en su muro de Facebook. En uno de los videos se ve al agente molesto por la filmación y a esto Falconí responde: “Le estoy grabando porque es un inconsciente, sígame a la veterinaria señor, estoy a una cuadra”.

El can que llevaban y que seguía jadeando mientras el conductor discutía con la autoridad, era del tipo akita japonés, se llamaba Amarok y lo tenían desde que era un cachorro y este 1 de enero cumplía cuatro años. Aunque luego del impedimento lograron avanzar hasta la veterinaria, el perro no soportó y murió. Patricia Falconí, propietaria del animal, le dio fin a esta lamentable historia en las mismas redes sociales al difundir la noticia.

El despido ¿Necesario o no?

Como la noticia ya era de dominio público, el que menos daba su opinión. El debate se centró en una pregunta: ¿Con el despido se solucionaba el problema?

Uno de los tantos usuarios en Twitter que se manifestaron fue @Alessandra7_ para quien “la sanción fue totalmente desproporcionada”. Se justificó adjuntando una explicación de Estefy Sigcho, quien también se ha identificado como allegada a la mascota. Según ella la irrupción con el agente duró 4 minutos.

Es más, el mismo Saúl Falconí aclaró en otra publicación que lo buscaba era hacer conciencia sobre este tipo de situaciones, pero no fomentar el odio. Es por eso que junto a su tía Patricia se encuentran en diálogos con las autoridades de la AMT para lograr que el puesto le sea restituido a esta persona.

En una entrevista con Diario Extra, Patricia expresó su preocupación: “Debe ser cabeza de familia y necesita el empleo”.

El envenamiento

La familia escuchó ruidos extraños en el patio la noche del 28 de diciembre. La mañana siguiente el perro estaba decaído. Patricia debía salir a realizarse exámenes médicos por lo que le pidió a su sobrino Saúl que llevara al animal al veterinario.