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Pepe Paola, así lo conocen a José Mero, por sus embarcaciones.Christian Vásconez

“Estuve muerto seis días”

José Mero Valencia es leyenda viva en Playas. En junio del 2017 fue baleado durante una jornada de pesca, por no dejarse robar. Estuvo en coma y hoy vive para contarlo.

Cuando escucha la palabra ‘pirata’ frunce el ceño en ademán de enojo. Nadie quiere a los piratas; pero él, los odia. Cuando escucha la palabra ‘pirata’ sus ojos brillan de ira, de impotencia. Cuando escucha esa palabra viaja en el tiempo y vive de nuevo su muerte, una muerte de seis días. Cuando escucha la palabra ‘pirata’, grita.

-¡Cobardes!, ¡cobardes! ¡Eso son los piratas! ¡Unos cobardes asesinos!

José Benigno Mero Valencia tiene una cicatriz enorme en su vientre. Es como una cesárea vertical, que va de la pelvis al ombligo. Una rajota, dirán sus compañeros. Se la hicieron los piratas, hace un año, allá, en el mar, en una jornada de pesca.

La bala, le han dicho los médicos, sigue allí, en un lugar donde no hace daño. No hay problema con la bala. El problema de don Pepe es con los piratas, “esos asesinos”, exclama.

-¿Qué clase de ser humano se mete con pescadores humildes, desarmados y endeudados? ¿No lo ve? ¡Son monstruos!

José Benigno Mero es don Pepe Paola. Así le dicen en su Playas querido por el nombre que eligió para sus 3 embarcaciones, con el que recuerda una hacienda donde vivió buenos momentos.

Llegó al balneario desde Jama, allá por 1986. Su testimonio refleja, desde adentro, el drama que viven los pescadores por la delincuencia marítima, que EXTRA abordó ayer en un especial.

- Me han robado cuatro veces. Las más recientes el año pasado. El asalto más terrorífico fue en junio. No quisiera que a nadie le pase lo que me pasó a mí. Una cosa es conversar y otra ver el arma apuntada sobre tu cuerpo y escuchar los ¡tatatatatata! encima, como me pasó la primera vez. Allí tuve suerte. De los 25 tiros que le pegaron al bote ni uno, ni uno me pegó.

Fue en marzo. Quedaron a la deriva él, su hermano y su yerno. Tres meses después, Pepe salió de nuevo al mar, con un nuevo motor, en Paola 1.

Seis y media de la mañana. Estaba 26 millas para adentro. Los vieron.

- Pensé que eran patrulleros, hasta que escuché las balas... Otra vez. Yo sí dije: ‘Esta vez nos van a matar’.

- Agarra el motor, mandó al yerno. Ya era tarde.

- Ríndete, hijo de tu madre.

- Prefiero morirme a rendirme ante ustedes.

- Entonces muérete.

Tres disparos. Uno le cayó en el abdomen. Le destrozó los intestinos.

“Estuve seis días muerto. Me curó un cubano; pero no lo hubiera logrado sin mi familia. Entre todos lucharon”.

Hoy le duele la realidad. “Hay pescadores con casas hipotecadas, que piden un pescadito para llevar algo de comida a sus casas. ¿Usted cree que eso es justo? Yo creo que no”.

No le teme a los piratas. “No voy a negarlo. Es duro. Pero miedo jamás”. Sabe que el peligro está allí. “La próxima vez que me toque, quizá moriré... Después de todo, ellos son los que tienen armas...”.

Pilas con esto

Padre de sus botes

Pepe Paola tiene diez hijos. Pero cuando se le pregunta por ellos dice 13. Es que cuenta a Paola 1, Paola 2 y Paola 3, sus embarcaciones.

Gremio

Es miembro activo de la Cooperativa de Pescadores Punta Chopoya, que agrupa a 62 de sus colegas.

Famoso

El pueblo lo conoce y lo quiere por ser un hombre serio. Su palabra vale más que un papel.

El oficio

“La fe y la familia en las embarcaciones”

Las lanchas de las orillas de los mares ecuatorianos son coloridas. Un ícono del folclore local. En ellas se leen nombres de personas o de santos, la mayoría de las veces.

Uno llega al sitio de los pescadores artesanales de Playas, cerca del rompeolas, y si presta atención puede notarlo. Amigo Espíritu Santo, Restauración de Dios, San Pedro, Moisés el Profeta, Guardianía de la Fe, Señor de la Misericordia, Jesús, Virgen de Guadalupe, Samuel, Mis dos amores, María de los Ángeles, o, como las de don Pepe, Paola.

El presidente de la Unión de Cooperativas Pesqueras Artesanales del Cantón Playas (Ucopacp) explica esta tendencia. “Para un hombre de mar, en la mayoría de los casos, solo hay dos prioridades: Dios, adelante, por sobre todo, y la familia”.

“Somos gente creyente. Poner estos nombres es una forma de encomendarnos al Creador al momento de partir al mar. Por eso también salimos con la bendición de nuestras esposas”.