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Diario Extra Ecuador

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¿Quiénes son los pipones aquí?

Seguro has escuchado hablar de ellos, pero no te atreves a decirles que lo son. Aquí no hablaremos de los barrigones, sino de los que cobran un sueldo sin hacer casi nada o nada.

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Pipón tú, tú, tú y tú. A Raúl Ledesma, ministro de Trabajo, no le alcanzaría todo un día para señalar a los 13.000 que asegura haber encontrado.

Lo dijo en una entrevista con RTS —el lunes 3 de septiembre— refiriéndose a las reducciones en presupuesto que está obligado a hacer el Estado y las revisiones que se han hecho para lograrlo.

“Eliminamos 13.000 vacantes que resultan no eran necesarias”, menciona Ledesma y luego reflexiona con una pregunta para la que ya tiene respuesta:

—¿Quiénes las ocupaban?

Pipones

Al parecer son los momentos de auditorías y crisis internas las que sacan a relucir a los pipones. Por ejemplo, en 1992 León Febres-Cordero, como alcalde de Guayaquil, fue de los primeros en calificar de ese modo a algunos funcionarios.

Su discurso quedó para la historia en YouTube y por eso, el Centro Andino de Acción Popular (CAAP) recordaba ese momento en una publicación de 1994 como el día en que se popularizaron los pipones.

Este es un extracto de las declaraciones de Febres-Cordero que bien ayudan a darle contexto y definición a esta palabra: “Los famosos pipones pretendían o pretenden seguir incrustados en el Municipio de Guayaquil, gente que cobra por no hacer absolutamente nada y que después de cobrar se van a su casa, a esperar la siguiente semana para volver a cobrar”.

Es por eso que la Real Academia Española (RAE) lo reconoce como un adjetivo que puede ser empleado en tres situaciones:

1. Persona barrigona.

2. Dicho de una persona que, sin prestar servicios efectivos, percibe uno o más sueldos.

3. Estar saciado, lleno.

Claro que cuando se la usa, uno imagina más a personas con la barriga a punto de estallar, pero más o menos esa es la idea: estar sentado y continuar comiendo o cobrando.

En un documento del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), también se hace referencia a estos particulares personajes de una manera más directa:

“...al clientelismo político de los partidos en el gobierno que hicieron del empleo público un botín de «pipones» (los que maman sin trabajar)”. Era el año 1993 y también se hablaba del gigantismo del Estado. Los pipones, por supuesto, tuvieron su protagonismo.

En las noticias tampoco han dejado de aparecer: El caso de los pipones del Congreso Nacional, por el que el presidente interino Fabián Alarcón fue investigado en 1997 por la supuesta contratación de 1.100 pipones. Tres años más tarde, sin embargo, el proceso fue suspendido.

Luego, en 2007, se anunciaba el despido de unos 230 pipones, nuevamente, en el Congreso. Descubrieron que cobraban sueldo sin trabajar.

El término se volvió a escuchar cuando Mauro Andino, exasambleísta, denunció en 2011 que había colegas que no tenían asesores, pero que en apariencia se los contrataba para cobrar esos salarios. No se supo más del caso.

El último intento por borrar a los pipones del mapa de la realidad nacional lo hizo Washington Pesántez, candidato presidencial en 2017. Su idea era imponer la regla de ‘Cero tolerancia a los pipones’. Él los llamó pipones de corbata.

En definitiva siempre se les dice así, la RAE los reconoce como tal, pero no hay ningún nombre y apellido al que le siga este adjetivo nada agradable: pipón.

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