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Las tres víctimas fueron ajusticiadas en los exteriores de la UPC.Cortesía y archivo / EXTRA

Caso Posorja: “Gozaban con la muerte como espectáculo”

Creen que la masacre fue un detonante de la acumulación de aspectos negativos en la sociedad, además del mal manejo de la información.

Un día después de la masacre en Posorja, Gustavo (nombre protegido) clavaba sus ojos en la fachada ennegrecida de la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de Posorja.

Un grupo de personas limpiaba el hollín que quedó luego de que una turba enardecida pretendiera quemar el lugar, donde fueron linchados a golpes Jackeline Mero, Ronald Bravo y Tonny Pareja, la tarde del pasado martes, porque los acusaron de robaniños.

“Es que aquí ya se han querido llevar a los niños. A mi sobrina la intentaron secuestrar la semana pasada en (el sector de) la Alborada”, conversa el pescador, de 47 años, quien trataba de justificar lo ocurrido aludiendo a que “el pueblo está cansado de la delincuencia”.

Para Frank Armijos, psicólogo clínico y vicepresidente de la Asociación Ecuatoriana de Bienestar Infantil (AEBI), lo que sucedió en esta localidad fue el detonante de una acumulación de malestares.

Un rumor de que habían detenido a tres supuestos secuestradores hizo que el pueblo se movilizara a la UPC, sacara a los acusados e hicieran ‘justicia por mano propia’ porque, de acuerdo a Gustavo, “siempre detienen a los pillos y luego los dejan sueltos a los pocos días”.

Sin embargo, y aunque los agentes trataron de calmar a la muchedumbre informándoles que las tres personas realmente fueron aprehendidas por un supuesto robo, terminaron ajusticiándolos en media calle y realizando daños a las instalaciones y vehículos policiales.

“En ellos había una acumulación de cosas negativas, entre ellas la no creencia a las leyes y a las autoridades. Por eso, aunque les dijeron que los señores no eran secuestradores, estos cuestionaban la veracidad de esa información y actuaron de esa manera. Pero nada justifica responder a la violencia con violencia”, analiza Armijos, quien apunta que en psicología, una mentira tiene una estructura que puede ser tomada como verdad.

“El ser humano termina pensando en que: ‘si todos lo dicen, es porque algo de verdad debe tener’, pero es necesario cuestionar la veracidad de estos rumores”, aconseja.

Para él, lo más preocupante es la indiferencia social que también quedó evidenciada en quienes sacaron los celulares y grabaron el asesinato. El psicólogo comenta que con esto, “gozaban inconscientemente con la muerte como espectáculo”.

Estos vídeos fueron difundidos en las redes sociales, al igual que las fotografías de los ahora fallecidos. “Estos son los robaniños que cogieron en Posorja, el pueblo está indignado”, difundió una habitante del lugar en su cuenta de Facebook.

Esta publicación se viralizó sin ser confirmada, y aunque actualmente ya está eliminada de esa red social, sería la que generó la desinformación.

Peligro en redes sociales

Pablo Vidal, analista del comportamiento del consumidor en redes sociales y docente de Comunicación Digital de la Universidad Jaume I de Castellón (España), indica que justamente las ‘Fake news’ (noticias falsas) tienen el objetivo de “alentar al morbo y de esta forma favorecer su difusión”.

El problema, apunta el también especialista en neuromarketing, es que en Ecuador los usuarios de internet buscan información noticiosa en Google, YouTube y Facebook -según el sitio Alexa.com, que analiza la actividad en internet-, cuando en realidad deberían indagar y confirmar en las páginas de noticias o de fuentes oficiales.

“Lo de Posorja ha sido un ejemplo de la unión de la propagación de una noticia falsa con la infoxicación (sobrecarga de información), porque ante tanta información, el usuario se sintió sobrecargado y actuó inconscientemente”, precisa Vidal.

Además, destaca que a muchos usuarios de redes sociales “no les importa nada con tal de consumir información de forma inmediata, sin importar la fuente de la que proviene. El ser pionero en difundir una noticia en redes (sociales) implica cierto grado de notoriedad en medios digitales. Sin embargo, en ocasiones, esa información es infundada y genera incertidumbre en la población, como lo acontecido en Posorja”, concluye.

“Está lesionada”

María (nombre protegido) se persignaba afuera de su casa al día siguiente del asesinato. En los 67 años que tiene viviendo en el barrio Quito, de esa parroquia, asegura que jamás vio algo similar. Ese día no salió de su casa, pero a través del celular de sus nietos veía con horror cómo actuaba la turba enardecida. “Esto es algo que no podremos olvidar”, dijo la abuelita con tristeza.

Marcelo Martínez, expresidente del Colegio de Sociólogos del Guayas, menciona que en su imagen, Posorja ha quedado lesionada porque, a su criterio, en términos criminales es difícil encontrar un hecho de similares característica.

El experto, desde su área cataloga el hecho como “repudiable” porque “generalmente en muchos casos, cuando se toma justicia por mano propia, te terminas equivocando”. Destacó que para eso existe la regulación de la sociedad a través de entidades de justicia, de las penas de cárcel o pena de muerte, que no se aplica en Ecuador, pero sí en otros países.

“El remate de lo que ocurrió allí es que no eran secuestradores. Eran (supuestamente) ladrones”, señala. También agrega que lo acontecido es un llamado a mejorar el manejo de la información.