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Diario Extra Ecuador

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Quisieron tomarse la última foto con su hogar

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Hernán Lucas, Portoviejo (Manabí)

Eran las 14:00 y las sirenas ensordecieron a las decenas de personas que se aglomeraron en las calles Pedro Gual y Primero de Enero. Después de eso, continuó la ráfaga de explosivos que ponían fin al último de los tres edificios más grandes que quedaron obsoletos en Portoviejo después del terremoto.

En lo que dura un pestañeo, la enorme estructura se desplomó ante la mirada atónita de los presentes, pues no se explicaban cómo pudo derribarse sin afectar a las demás edificaciones que estaban junto a ella.

El Álava tenía dos salidas a vías céntricas de la capital manabita y alrededor suyo había varios locales comerciales. Con procedimientos similares, a través de implosión, también se destruyeron el Centro Comercial Municipal y el Centro Médico del Pacífico en días pasados.

Franklin Bernal, subsecretario de la regional 4 del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), indicó que los tres inmuebles demolidos con el sistema de implosión, que se aplicó por primera vez en el país, fue todo un éxito y ahora solo queda limpiar lo más pronto posible los escombros. Este trabajo tuvo un costo de aproximadamente un millón de dólares.

 

Pidieron recoger los hierros

Después de 30 minutos de haber caído, llegaron los nietos del propietario del edificio, Agustín Álava. Los Álava Macías se treparon a los escombros y caminaron sobre ellos con nostalgia, pero aun así quisieron tomarse una última fotografía con lo que quedó de su hogar.

“Con mucha nostalgia estamos aquí. Mis tías no quisieron venir, solo estamos nosotros los nietos. Cuenta mi abuelo que construir este edificio le llevó cuatro años y le costó 25 millones de sucres. Ahora de eso solo quedan escombros y un espacio vacío”, expresó Carlos Toala Álava.

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