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Si no pagan la deuda les quitan sus cosas
Supuestos fíos de los comerciantes en los exteriores de un centro educativo preocupan a los padres de familia. Sobre todo por los métodos de cobranza.

‘Lourdes’ denunció que en la zona también consumen droga y mostró la forma cómo lo hacen.
Al teléfono su voz temblaba descontrolada. Aquella deuda que el hijo de ‘Graciela’ había contraído con unos comerciantes de los exteriores de una escuela, ubicada en San Roque, centro de Quito, hizo que hasta su esposo llegara pálido a casa.
No tenían muchos detalles de los juguetes y golosinas que el infante había fiado desde hace un par de semanas. Solo estaban claros de que el supuesto “método de cobranza” no era el adecuado para un niño, de apenas 7 años.
“Empezó debiéndoles dos dólares y con el pasar de los días se convirtieron en seis. Para esto, nosotros no lo sabíamos. Hasta que un día llegó sin su mochila. Allí tuvo que contarnos”, explicó la mujer acongojada.
Al día siguiente su marido fue a reclamar a los mercaderes por el incidente, pero solo recibió “amenazas” en contra de él y de toda su familia. Esas intimidaciones lo llevaron a casa descompensado y sin saber qué hacer.
De aquella fecha no ha pasado mucho, y la única medida que han tomado los progenitores es dejar y recoger al niño en la puerta del plantel para evitar que vuelva a caer “en las redes del fío”.
Hablar del tema provoca en ‘Graciela’ mucho pánico, especialmente cuando piensa en la navaja que uno de los vendedores ‘ofreció’ encajar en el rostro de su marido. Pese a ello, siente que ya no puede más, sobre todo porque sabe que otros compañeritos de su hijo están corriendo con la misma suerte. “Algunos ni siquiera les cuentan lo que pasa a sus padres y eso los ponen en mayor riesgo”, manifestó la progenitora.
El hijo de ‘Lourdes’ también estudia en esa escuela y lo sucedido la pone nerviosa. No entiende como está situación se salió de las manos, en ese plantel, donde existen alumnos hasta décimo de educación básica.
Su retoño tiene 10 años y ella no se cansa de advertirle que no haga tratos con los comerciantes. “Entiendo que todos tienen derecho a trabajar, pero no deberían agredir a los niños para cobrarles un dinero”, precisó.
El lugar donde se ubica esa unidad educativa es “conflictivo”, según ‘Lourdes’, quien acompaña a su hijo hasta la puerta del lugar. “Hay un paso peatonal cerca. Ahí también les roban a los chicos sus mochilas y celulares”, explicó la señora, quien pide más resguardo policial para los alumnos. “El problema es que los uniformados vienen unos minutos, toman fotos y se van”, agregó.
Otro miedo que agobia a las familias es el consumo de droga latente en ese sector. ‘Lourdes’ ha visto como varias personas fuman marihuana en la esquina de ese colegio, relató la mujer. Para ella, esto vulnera los derechos de los infantes y los sumerge en una situación peligrosa.
Los trabajadores de la escuela sufren por la inseguridad latente y según las madres de familia, también han sido víctimas de amenazas. EXTRA se contactó con las autoridades del plantel para conocer su punto de vista al respecto.
Una representante de la escuela, que quiso dejar su nombre en el anonimato, manifestó que la institución no ha recibido “denuncias formales”. Sin embargo, las autoridades del establecimiento entablaron una reunión con el Distrito de educación y están a la espera de una respuesta.
Por otro lado, los docentes del centro educativo han emprendido una campaña interna para concienciar a los estudiantes para que no saquen los productos a crédito. “También se les advierte que salgan en grupos”, concluyó un maestro.
Este Diario intentó hablar con los comerciantes, quienes se mostraron reacios y no permitieron contacto. La Agencia Metropolitana de Control señaló que los agentes metropolitanos realizan controles en todas las calles del centro histórico de la capital, para supervisar que los vendedores tengan sus permisos al día.