Una intervención en el mercado Las Cuadras, del sur de Quito, reveló el sufrimiento oculto en las ferias de la ciudad: tres perros y nueve gatos fueron hallados en cajas de cartón, escondidos entre legumbres, sin ventilación, agua ni comida. Algunos temblaban, otros estaban deshidratados. Lo más grave: este tipo de hallazgos ya no sorprendería. Vecinos y defensores exigen frenar la indiferencia ante una práctica que normaliza el maltrato animal.

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Según la Unidad de Bienestar Animal (UBA), este mercado es uno de los puntos más conflictivos. De enero a mayo de 2025 se han ejecutado 31 operativos contra la venta ilegal de mascotas. Carla Caiza, inspectora de Fauna Urbana, lamenta que aún se adquieran animales por impulso o moda. “Mientras haya demanda, habrá quien los venda como si fueran mercancía”, dijo.

¿Cuál es el origen de estos animales? 

Muchos de estos animales provienen de criaderos clandestinos donde las hembras son explotadas hasta morir. Las condiciones son deplorables: partos continuos, sin atención veterinaria, y cachorros que nacen enfermos. En algunos casos, los vendedores ofrecen mascotas con catálogos, incluso antes de que nazcan.

La abogada Vanessa Carrión, del movimiento ciudadano Ruge, denuncia que detrás de este negocio hay un sistema cruel que se sostiene por desconocimiento y falta de control. Advierte que algunos criaderos incluso importan perros de Colombia para venderlos en sectores como El Bosque, La Carolina o El Recreo, por precios que superan los $1.200.

La jurista propone un registro nacional de criadores, campañas masivas de adopción, esterilización y educación en zonas vulnerables. “No basta con multar. Hay que impedir que vuelvan a hacerlo”. 

La experta enfatiza en los sentimientos de los animales

Claudia Alvear, animalista quiteña, recuerda que muchos de los animales vendidos terminan abandonados. A su juicio, falta conciencia para entender que los animales son seres sintientes, no accesorios que se desechan cuando incomodan.

La UBA destaca que la esterilización ha permitido reducir la densidad de perros callejeros: de 100 por kilómetro cuadrado en 2019 a 25 en 2024. No obstante, organizaciones insisten en que el enfoque debe ser integral.

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