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¡Revivieron la hoguera!

La diligencia se hizo en un terreno baldío de Carapungo, norte de Quito. Estuvieron los dos implicados en el asesinato.

Reconstrucción - Crimen - Quito
Jéssica Chele es una de los dos sospechosos en el crimen de Antonio Morales. Llegó esposada al terreno. 12 de marzo de 2021 CORTESIA Agencia (ag-expreso ag-extra ag-quito)karina defas

La muerte de Antonio Morales se recordó nuevamente en el terreno baldío donde fue quemado vivo supuestamente por las dos personas con quienes bebía, Jéssica Chele y Sebastián Paillacho.

En ese lugar, ubicado en la calle Alhambra, en Carapungo, norte de Quito, se hizo la reconstrucción del crimen.

A las 14:16 del viernes empezó la diligencia. La primera en aparecer en ‘escena’ fue Chele, vestida con pantalón naranja, saco de colores y las manos esposadas. En presencia de agentes fiscales, policías y abogados, ella entró al lote donde, el 16 de enero de este año, fueron a beber con la víctima, quien dijo a sus parientes que volvería pronto.

Junto a los investigadores la mujer caminó hacia el fondo del predio. Allí, Morales habría recibido un golpe en su cabeza hasta dejarlo inconsciente, según Edgar Ortiz, abogado de la familia del fallecido.

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“Pensaron que luego de eso, el señor murió. Pero cuando lo quemaron, él seguía vivo”, dijo el jurisconsulto.

Se estima que la muerte se produjo a eso de las 02:00 del 17 de enero y luego de aproximadamente cinco horas, los sospechosos salieron del terreno, contó el abogado. Dos días después, el cadáver completamente calcinado fue hallado por la Policía.

Lloraron por el sospechoso

Chele no tardó ni 15 minutos en explicar lo que ocurrió cerca de la pared manchada con la huella de la hoguera.

Cuando terminó, la metieron a un carro negro, en el que Paillacho esperaba su turno. El hombre también estaba esposado y con uniforme naranja. Los miembros del servicio penitenciario lo bajaron y el drama empezó.

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Los investigadores fueron al fondo del predio en donde hay una huella negra que dejó la hoguera.Karina Defas

Frente al terreno estaba parada la familia del acusado, entre ellos su madre. Ella se lanzó al piso implorando a Dios que lo ayudara. “¡Yo sé que tú no lo hiciste, mijito!”, gritaba.

Para calmar a la mujer se acercaron dos acompañantes y la sostuvieron. Ellos aseguraban que Paillacho es inocente.

Sin embargo, él se negó a colaborar porque su abogado no estuvo presente. Le ofrecieron la ayuda de un defensor público, pero no aceptó.

Le hicieron firmar un papel y nuevamente lo metieron al auto. Los agentes penitenciarios subieron y se fueron llevando a los indagados.

La última en intervenir fue una testigo, quien distinguió a Chele y Paillacho en las grabaciones que los captaron saliendo del predio. Asimismo, se dirigió a la parte trasera del terreno para narrar lo que había visto en las filmaciones.

Después de poco más de una hora, la diligencia terminó. Una a una las personas se retiraron, quedando atrás el terreno manchado de fuego y muerte. 

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La madre de Sebastián Paillacho, el otro implicado, lloró cuando vio a su hijo saliendo del vehículo.Karina Defas