A Elvira Pérez se le acabó su tranquila tarde de trabajo en su terreno, luego de observar un cadáver que flotaba sobre el río Machángara, en el sector de San Francisco de Miravalle, en el centro-oriente de Quito.

La mujer, de 56 años, quitaba la hierba del maíz que acostumbra a sembrar cuando vio algo parecido a una funda en el afluente, la tarde del miércoles.

Caminó por el filo de la pendiente en la que se encuentra su casa para mirar mejor. “Ahí me di cuenta de que se trataba de una mano. El agua la movía”. Dejó a un lado el miedo y le contó a su hermana lo que vio.

Después le pidió el celular a su hija para llamar a los policías y se contactó con la Unidad Comunitaria de El Dorado.

Hallazgos

Los agentes bajaron al punto donde flotaba el cuerpo tatuado y sin cabello, que solo vestía un pantalón. Llamaron a los bomberos, quienes armaron un operativo para sacarlo y entregarlo a Medicina Legal.

Mientras los rescatistas aseguraban el cuerpo para subirlo, Pérez contaba que, tiempo atrás, era común encontrar muertos dentro del afluente. “Cuando veíamos sobrevolar gallinazos era señal de que había un muertito”.

Sus vecinos eran los que alertaban a las autoridades para que fueran a llevárselos. “Esta vez me tocó contactarlos a mí”.

Tras cuatro horas de operativo, los restos fueron extraídos. Agentes de Criminalística los revisaron y, a simple vista, no encontraron huellas violentas. Ahora, solo se espera saber de quién se trata porque no tenía documentos.