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A esta choza se ingresa para iniciar el ritual y liberar las energías negativas.Fotos: Patricia Oleas / EXTRA

¡Rito sagrado para la sanación espiritual!

Para la ceremonia se debe construir una choza cubierta y se deja una pequeña puerta por donde ingresan los pacientes.

La armonía y el balance de la energía del cuerpo son principios básicos de la medicina andina. Cuando existe una alteración se presenta la enfermedad y uno de los rituales milenarios para contrarrestar las malas energías del cuerpo es el allpa samay.

Este ritual lo realizaron en la parroquia de San Luis, cantón Riobamba, provincia de Chimborazo, en el centro de saberes ancestrales de la Asociación Guamán Poma, regentado por la yachak Ana María Guacho.

“Estamos retomando este método milenario de nuestros abuelos para la sanación espiritual, mental y corporal”, indicó la indígena.

Añade que este rito sagrado ha sido una práctica de varias culturas y el nombre más conocido es el temazcal, como lo llamaban los mayas. “Aquí en nuestra lengua es el allph samay o el aliento de la tierra”, manifestó.

Para realizar la ceremonia se debe construir un lugar especial que, según Guacho, debe ser una choza conocida en la antigüedad como sama chaquihuasi (casa de descanso o de sanación), que tiene sus cimientos en un hoyo en la tierra y está cubierto con esteras, zigze y bayetas para mantener el calor; solo existe una pequeña puerta por donde ingresan quienes necesitan de la curación.

Afuera, en un altar, se calientan rocas de origen volcánico al rojo vivo, las usadas provienen de la Mama Tungurahua, considerada por el pueblo Puruwá como la esposa del Taita Chimborazo.

Las piedras son colocadas en el medio en cuatro turnos, que simbolizan igual número de elementos: Allpa (tierra), Yaku (agua), Wayra (viento) y Nina (fuego), imprescindibles para la vida y parte de todas las ritualidades andinas.

Los asistentes ingresan con apenas una pantaloneta para los caris (hombres) y terno de baño para las warmis (mujeres). La yachak rocía agua sobre las piedras y entona cantos en kichwa para conectarse con los espíritus del universo y lo más íntimo de las personas; con ese vapor empieza la limpieza.

“Entramos, revolcamos en el vientre de nuestra Pachamamita, oramos, mientras el sagrado fuego va purificando, cicatrizando el espíritu y sacando toda esa mala energía”, asevera la yachak.

La ceremonia nocturna, en la que intervienen veinte personas, toma de tres a cuatro horas hasta que las piedras se apagan por completo, luego se cumple un baño purificador con plantas medicinales relajantes a la luz de la Mama Quilla (Luna) y se bebe una infusión de siete plantas dulces y amargas.

Al amanecer se realiza la ceremonia para agradecer a la Pachamama por este regalo de buena energía. Katiuska Figueredo, profesora universitaria e investigadora de terapias alternativas, de origen cubano, participó del ritual junto con otros tres compatriotas cubanos; había escuchado de este ritual ancestral y quería experimentarlo. “Quería sentir, nos habían contado mucho, la verdad que no puedo comparar con el estado de relajación en el que quedas luego de vivirlo, es como liberarse de un gran peso, se siente uno muy liviano”, acota.

Para Katiuska, la sabiduría ancestral de las mamas y taitas debería difundirse más para que toda la gente pueda conocer otras alternativas de sanación y curación espiritual.

Se equilibran las energías

Según la mama Ana María, este ritual, a más de equilibrar las energías, ayuda en la curación de resfríos, fiebres, picaduras de animales ponzoñosos, dolores articulares y óseos.

La Asociación Guamán Poma, integrada por 39 mujeres indígenas de las zonas urbano marginales, además de preservar la sabiduría andina también trabaja en temas de género y emprendimiento.

“Tenemos toda la medicina andina, se realizan baños y limpias a cargo de mama Ana María. También alentamos y preparamos a las mujeres a salir adelante y vencer el machismo a través de emprendimientos”, dijo Azucena Aucancela, otra de las dirigentes de la asociación.

Por eso, en una sala en la parte baja se ofertan tejidos, bordados, huevos de gallo y gallina; así como bocadillos preparados con cereales andinos como la quinua y el amaranto.