Durante la Revolución Industrial, las máquinas transformaron fábricas y reemplazaron a los artesanos. Hoy, en pleno siglo XXI, una nueva revolución —esta vez silenciosa, digital y algorítmica— está alterando el tejido del empleo global. La inteligencia artificial no solo automatiza tareas: las aprende, las mejora y, en muchos casos, supera al ser humano.

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Sam Altman, CEO de OpenAI (empresa matriz que desarrolló ChatGPT), lo reconoce sin rodeos. En una entrevista para Bloomberg Originals, el empresario no maquilló la magnitud del cambio que se avecina: “Definitivamente va a cambiar muchos trabajos” y “va a eliminar algunos totalmente”, señaló con claridad. Para él, este impacto no es una posibilidad lejana, sino una realidad inminente.

Aunque su perspectiva no es catastrofista, tampoco es ingenua. Altman se mueve entre la advertencia y el pragmatismo. Entiende que, como en toda gran transformación tecnológica, habrá ganadores y perdedores. Y aunque la IA destruirá ciertos empleos, también abrirá puertas antes impensadas.

“Esto es lo que siempre ha pasado con la tecnología”, recordó. Así como el auge industrial dio paso a nuevos oficios, hoy surgen profesiones como ingenieros de aprendizaje automático, supervisores de modelos o diseñadores de interacción humano-máquina.

Pero hay un matiz clave en esta ocasión: la velocidad. “La gente tiene miedo”, reconoció Altman. Y no se refiere solo a los trabajadores desplazados. También los propios desarrolladores, ingenieros y tecnólogos comparten ese vértigo. La IA se despliega a ritmo de software: es veloz, global y con un costo marginal casi nulo. “La historia ha demostrado que las economías tienden a adaptarse, pero lo hacen lentamente”, explicó. El problema, entonces, no es solo el cambio, sino cuán rápido ocurre.

Sam Altman habla sobre los robots humanoides

Y lo más disruptivo, según Altman, aún no ha llegado. Hasta ahora, la inteligencia artificial ha sido una tecnología invisible: asistentes virtuales, recomendaciones personalizadas, automatización tras bambalinas. Pero eso está por cambiar radicalmente. “No creo que el mundo haya tenido todavía su momento de robots humanoides”, advirtió. En su visión, el verdadero impacto se sentirá cuando la IA adquiera cuerpo, rostro y presencia en la vida cotidiana.

“El primer día que vayas caminando por la calle y haya como siete robots que pasan a tu lado y haciendo las cosas se va a sentir muy sci fi, pero será pronto", adelantó. Y añadió con convicción: “Parecerá ciencia ficción, pero muy pronto veremos a los humanoides caminando por la calle”.

Empresas como Tesla, Figure o Sanctuary AI ya trabajan en prototipos de robots con forma humana capaces de caminar, manipular objetos y ejecutar tareas complejas. Cuando lleguen a las calles, oficinas u hogares, no será solo una evolución tecnológica, sino un punto de inflexión emocional. Un momento que, para muchos, marcará la línea entre el futuro imaginado y el presente vivido.

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