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Se les agudiza el ‘guacho’ después del terremoto

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Lucero Llanos, Portoviejo (Manabí)
Acasi tres semanas del terremoto, las poblaciones que sufrieron los estragos del terremoto comienzan a percibir algunos problemas en su salud.
Por ejemplo, Luis Alarcón, quien por el momento vive en el albergue del exareopuerto de Portoviejo, es hipertenso y tras su primer infarto esperaba una intervención para tratar un cuadro isquémico.
Según su hija, Jahaira, él no ha podido conseguir más que un par de pastillas de una de las seis variedades que debe tomar por su problema de salud.
Y es que, aunque la frase “pensé que me iba a dar un infarto” es muy común en las conversaciones tras el sismo, las complicaciones para los pacientes cardiológicos no llegaron el mismo día, sino semanas después.
“El día del terremoto no se recibió mayor afluencia de pacientes cardiológicos. Posteriormente sí, porque vinieron los problemas de reagudización de enfermedades crónicas cardiológicas como hipertensión e insuficiencia cardíaca”, manifiesta Gabriel Zambrano, cardiólogo del hospital Verdi Cevallos, de Portoviejo.
El especialista explica que esto se debe a que en muchos casos los pacientes no continuaron tomando su medicina “posiblemente porque perdieron la medicación o las citas subsecuentes en centros de salud u hospitales” o “porque no pudieron acceder a la medicación porque las farmacias estaban cerradas”. Solo en la semana pasada contabilizó cerca de 15 casos de “reagudización”.

Polvo y mosquitos
Otra de las afecciones que han aumentado son las de tipo respiratorio. Ana Farfán, moradora del centro de Portoviejo, indicó que “los niños aquí se han enfermado” producto del derrocamiento de casas en la llamada “zona cero”.
En el barrio Buenos Aires, en la parte alta de Tarqui, en Manta, Gladys Molina manifestó algo similar, pues por la noche el aire es frío y arrastra el polvo de las edificaciones derrocadas.
Juan Carlos Macías, morador del mismo barrio y de profesión médico, manifestó su preocupación, ya que “hay mosquitos”, pero “el sector no ha recibido ni toldos, ni carpas”.
Milton Chang, del servicio de Infectología del hospital Luis Vernaza de Guayaquil, explicó que es común que se agudicen estos casos debido a que encuentran las condiciones favorables.
Por ejemplo, menciona que la presencia de cemento y polvo empeoran los problemas preexistentes como rinitis alérgica, asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc).
De igual manera manifiesta su preocupación, ya que “la posibilidad de que haya brotes de influenza es alta”, debido a la congregación humana en albergues, así como la falta de espacios adecuados para rutinas preventivas como el lavado de manos.
Mencionó también que otras condiciones que alertan a los salubristas son las facilidades que encuentran los mosquitos, transmisores del dengue, zika y chikunguña, al proliferar los espacios en los que se puede empozar el agua.

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