Salomé Morales se aguanta las ganas de llorar cuando, en ocasiones, llega a tonos vocales que le provocan nostalgia y melancolía.

Ella y otras nueve chicas son parte de un grupo coral que durante esta Semana Santa se dedicaron a cantar música sacra pare deleitar los oídos de los creyentes católicos.

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Los miniconciertos los realizaron en iglesias y casas comunales de seis barrios de Quito y los Valles de la ciudad.

El proyecto se llamó Coros al Barrio y el objetivo principal, según Salomé, es unir a los habitantes de cada sector en un espacio de arte para, de alguna manera, ‘vivir musicalmente’ la Semana Santa.

Por esa razón interpretaron música sacra, algo que para Salomé es más comprometedor al momento de práctica que cualquier música popular. “Esta música permite sentir de mejor manera la pascua”.

Y la acogida del público, según la joven de 22 años, fue inesperada. “Había señoras que decían que cantamos como ángeles y eso es motivante”.

El concierto duraba 1 hora con 40 minutos en el que se presentaban ocho piezas musicales. Además, el director del coro solía exponer en qué consiste la música sacra y participaba con los feligreses que asistían a los eventos para que se convierta en una experiencia más didáctica.

Lu Miranda, directora de proyectos de la fundación Vive en Arte y mentalizadora del proyecto, comentó que estos espacios permiten trasladar la educación y pedagogía artística a los procesos comunitarios.

“La intención es fomentar la cultura en los barrios para que lo tomen en cuenta como otras actividades como el fútbol”. Morales añadió que el canto se debe mostrar como una alternativa para el desarrollo de los niños y adolescentes.

Ella vive la música desde pequeña y hace cinco años pertenece al coro. Cuando le propusieron que se haría música sacra, ella tenía incertidumbre, pero al momento de pararse en el altar de una iglesia y escuchar su voz en medio del coro sintió una gran satisfacción.

Este domingo 9 de abril del 2023 se presentarán en la iglesia de Santa Rita, en el sur de Quito, para cerrar con broche de oro la ‘gira religiosa’.