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"Señora, mataron a su hijo": el dolor de una madre tras crimen en colegio de Durán
Estudiante de 14 años fue asesinado afuera de su plantel. Su madre aseguró que su hijo no era el objetivo del ataque
Eran las 17:00 cuando Santa Catalina sintió una opresión en el pecho que la llenó de angustia. Sin embargo, continuó realizando sus quehaceres domésticos. Casi una hora después, una compañera del colegio donde estudia el menor de sus seis hijos llegó a su casa para darle una noticia trágica: “Señora, mataron a su hijo”.
“¿Cómo me va a decir eso? Si yo lo dejé en el colegio sano”, respondió entre lágrimas. Corrió a verlo para confirmar la noticia. Allí la policía había acordonado la escena del crimen con una cinta amarilla y no le permitió acercarse, pero desde lejos pudo reconocer que sí era su hijo.
“Sentí que me moría. Mi hijo estaba en el piso, cubierto con una sábana”, recordó la señora, de 42 años, quien la mañana de ayer aguardaba afuera del Laboratorio de Criminalística por los restos de Maxi, como cariñosamente llamaba a su retoño.
El adolescente de 14 años fue atacado a tiros por dos sujetos que se movilizaban en una motocicleta. Uno de ellos se bajó y disparó al menos 15 veces. En la escena del crimen, la policía recogió 10 vainas percutidas calibre 9 milímetros y cinco balas deformadas. El hecho ocurrió en los exteriores de un plantel educativo ubicado en la ciudadela Abel Gilbert Pontón 1, en Durán.
Este cantón, que forma parte de la Zona 8 junto a Guayaquil y Samborondón, ha registrado desde el 1 de enero hasta el 24 de julio un total de 360 muertes violentas, 99 más que en el mismo período del 2024.

Llorando, la señora, originaria de la provincia de Esmeraldas, relató los últimos momentos que compartió con su hijo antes de que fuera a clases y su trágico final.
“Mi hijo se levantó muy cariñoso, me besaba y me decía: ‘Mamita, te quiero mucho’. Le preparé una de sus comidas favoritas. Me dijo: ‘Mamá, está rico’ y repitió su plato. Él mismo se levantó a servirse. Luego salimos juntos al colegio, yo lo dejé en la puerta. Más temprano le dije que no fuera, que se quedara en casa, pero a él no le gustaba faltar”, manifestó Santa, quien acompañada del mayor de sus hijos llegó al instituto forense.
Contó que el adolescente caminaba con un compañero del plantel cuando fue atacado, pero que su amigo corrió y su hijo se detuvo. Por eso, él recibió los impactos de bala.
Maxi cursaba el décimo año de educación básica y soñaba con ser militar. Les había prometido a sus padres que terminaría sus estudios para que se sintieran orgullosos de él. Esa noche tenía un evento en la iglesia cristiana a la que asistía y por eso dijo que regresaría temprano a casa.
“A las cinco sentí un dolor en el pecho. El papá de mi hijo, que trabaja como soldador en Posorja, me contó que sintió lo mismo. Yo no sabía cómo darle la noticia porque él está enfermo. Me tocó avisarle a otro familiar para que le dijera lo que había pasado. La bala no era para mi hijo, sino para otro chico”, finalizó.
Por su parte, la vicerrectora del plantel le comentó a la Policía que el adolescente no tenía problemas disciplinarios y que era un joven aparentemente tranquilo.
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