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Los ‘rollers’ de Quito se toman la noche
Los patines en línea son una alternativa de movilidad. Colectivos de Quito aprovechan la noche para rodar por las vías y no toparse con tantos autos.

La Cruz del Papa, en el parque La Carolina, es su punto de reunión.
Redacción, Óscar Molina
Se deslizan a 30 km/h por el carril derecho de la avenida Amazonas, norte de Quito. Circulan entre autos, buses, taxis. Ellos también van sobre ruedas: cuatro en cada pie. Ciertos conductores, al ver que los patinadores transitan por su misma vía, pitan enojados. A veces les insultan, a veces les sacan el dedo. Pero, por ahora, el problema nunca ha ido a mayores.
Estos ‘rollers’, hasta el momento, no han sufrido accidentes a causa de la impertinencia de los apurados, aunque son conscientes de los riesgos que asumen. En esta noche de viernes circulan en un grupo de 13 y, como siempre, no hacen caso a los reclamos. Los conductores, malhumorados, no tienen otra opción que hacerse a un lado y rebasarlos. En ese movimiento, las luces de sus vehículos chocan contra la franja plateada de las chompas reflectivas y dejan ver el nombre y el lema de esta comunidad patinadora: Roller Adventures, las calles nos esperan.
NACIMIENTO
Roller Adventures se formó hace dos años y medio, como un colectivo cuyo objetivo es convertir el patinaje en una alternativa de movilidad. Sus miembros son hombres y mujeres de entre 15 y 55 años que, para desplazarse por la ciudad, prefieren los patines en línea a las patinetas o, incluso, a las bicicletas.
Paulo Garzón, diseñador gráfico de 31 años, es uno de los fundadores. Su gusto por el patinaje empezó en la adolescencia, cuando sus padres le regalaron sus primeros patines. “Esta relación con los patines, sobre todo, se trata de eso: de conexión, de comodidad y de libertad”, destaca sentado en una banca de cemento, debajo de la Cruz del Papa del parque La Carolina, el punto de encuentro de los ‘rollers’.
Desde aquí parten, cada miércoles, las rutas ‘random’. Los recorridos empiezan a las 20:30, se estiran hasta las 22:00 y terminan en un restaurante o en un bar, donde los patinadores comparten un rato más de distensión. Las lluvias de los últimos meses han alterado el cronograma de salidas y por eso la de esta semana se ha pasado al viernes, un día en el que no suelen patinar porque hay más conductores borrachos que esquivar. Las ganas de rodar, sin embargo, siempre son más vigorosas que cualquier peligro.
Los ‘rollers’, poco a poco, van llegando. Suelen reunirse hasta 30 o 40. Esta noche ha venido la mitad, pero no se cancela el recorrido. El sitio de llegada será La Basílica del Voto Nacional, en la entrada al Centro Histórico.
Lo primero, antes de empezar, es revisar el equipamiento de seguridad: casco, chompa reflectiva, rodilleras, coderas... Al menos uno de ellos carga también una mochila pequeña con una botella de agua y una llave ‘allen’ (o hexagonal) para ajustar, si es necesario, las ruedas. Unos pocos, que confían plenamente en sus habilidades, se lanzan sin casco a la aventura.
Todos se cuidan unos a otros. Por eso lo siguiente es definir quién guiará la ruta y quiénes harán de ‘stoppers’. Estos últimos hacen de agentes de tránsito improvisados: se adelantan a las intersecciones, frenan allí y se quedan de pie frente a los autos hasta que el resto de los ‘rollers’, como niños en una excursión, pase.
Usualmente hay dos ‘stoppers’ y un guía. El de hoy será Damián Castro, el ‘hombre ducha’. Tiene 37 años, es ingeniero comercial y ha patinado con el colectivo desde sus inicios. Su apodo se debe a que, en lugar de sudar, se deslía. Así, empapado, llega hasta la primera parada, a la altura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, entre las avenidas Patria y 6 de Diciembre. En la esquina se encuentran de casualidad con sus colegas del colectivo Quito Patina. En la capital, según Paulo, hay un grupo más de ‘freeskate’ (Team Cotocollao) y, en Ecuador, están en contacto con otros de Milagro y Guayaquil.
“Nosotros –dice el ‘hombre ducha’ riéndose– sí sabemos de verdad cómo están las calles de Quito”. Por un lado, se refiere a la inseguridad: ellos mismos, en sus recorridos, han evitado con su sola presencia robos nocturnos a transeúntes. Y, por otro, alude a que de tanto pasear por todos los barrios de la ciudad conocen casi de memoria cuáles son las calles más oscuras, las menos amigables, las que más baches tienen. Cada vez que distinguen uno de esos huecos desestabilizadores anticipan su llegada al grito de “¡suelo!”. Los ‘suelos’, si son muy hondos, pueden ocasionar accidentes catastróficos.
PERCANCES
Hasta ahora, ninguno ha sufrido un percance grave a causa de los baches. Sus caídas han sido por otros motivos. La de Paulo, hace un par de años, porque iba a 60 km/h por una bajada y no logró frenar. Se fracturó las muñecas y se torció un tobillo. El accidente de Yudarleys Gouveia (26 años) fue más aparatoso, pero no ocurrió en Ecuador, sino en su país natal, Venezuela. Las ruedas de sus patines estaban tan desgastadas que un día, mientras rodaba por Caracas, perdió el control y se impactó contra el suelo. El golpe fue tan fuerte que se rompió tres costillas.
A pesar de eso nunca ha dejado de patinar, y menos en Quito, adonde llegó en 2015. El patinaje fue su forma de conocer gente, de sobrellevar la distancia. “Me abrió amistades. Cuando llegué no sabía bien cómo socializar. Me enteré de que había este grupo, lo busqué en Facebook y me recibieron de inmediato”.
La colombiana July Coral es estilista y tiene 38 años. Patina porque le quita el estrés y por salud. Entre los ‘rollers’, de hecho, es común escuchar que su deporte es uno de los más completos. Según la Organización Mundial de la Salud, media hora de patinaje sobre ruedas quema, como promedio, 314 calorías. Pero las razones de Javier Guatemal para patinar, en cambio, son más emocionales, incluso hasta poéticas. “No hay ninguna sensación parecida a esta de sentir que tienes ruedas en tus pies”. Para él, patinar es volar. Volar con los pies sobre el asfalto.
PILAS CON ESTO
Normativa
En Quito no existe una normativa específica para la circulación de los patinadores. El colectivo Roller Adventures tampoco ha presentado una propuesta formal al Municipio.
Clases
Los lunes por la noche (20:00), en el Skate Park del parque La Carolina, este grupo ofrece clases gratuitas para principiantes y quienes quieran mejorar su técnica.
Ciclopaseo
Otro día fijo de reunión es los domingos, durante las mañanas del Ciclopaseo en Quito.
Salidas
Cada tres meses, el colectivo planifica rutas a otros destinos. El último, por ejemplo, fue a Baños.
LA ENTREVISTA
Cristóbal Buendía / PTE. DEL OBSERVATORIO DE MOVILIDAD
“Tienen igual derecho a transitar por la ciudad”
¿Los patines son una forma de movilidad viable en la ciudad?
Por supuesto. El instrumento que se utilice es lo de menos. Lo importante es la visión que estas personas y las autoridades tengan sobre la movilidad. Si es el modo que han escogido para movilizarse debería ser concebido en la totalidad del transporte de Quito.
¿Pueden circular por las mismas vías que los autos o las motos?
Cuando hay problemas de espacio como los de Quito, lo que menos se puede hacer es disgregar ese espacio porque alguien va a salir perdiendo. Las personas que usan transportes no motorizados tienen igual derecho que los demás a transitar por las vías de la ciudad.
¿Debería haber una regulación específica para estos colectivos?
Toda interacción en el espacio público debe regularse. Si no existe una norma sería un problema. Lo lógico es que la autoridad, independientemente de que haya o no propuestas de los colectivos, genere una normativa que establezca parámetros de convivencia.
¿Qué sugerencias de seguridad les daría?
Que generen información sobre este modo de transporte para el resto de personas. Sería útil para que otra gente lo tome en cuenta como alternativa de movilidad y se sepa cuál es la forma adecuada de interactuar en las vías. También ayudaría a asimilar que los patines son una forma real y viable de transporte, como las bicicletas.