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Se quiso matar por su mujer
Problemas económicos y sentimentales originaron la separación física de la pareja. Él, al verse sin su esposa, cayó en una depresión de la que aún no se recupera.
Las señas de cortes en su brazo izquierdo y las heridas en su cuello son la evidencia de que Adrián (nombre protegido) llegó al límite de la depresión. El hombre, de 52 años, intentó suicidarse por una ‘falda’. La supuesta infidelidad y abandono de su esposa lo llevaron a colgarse de una soga.
“Mi vida es complicada y triste”, dice Adrián, mientras observa circular los buses urbanos por una calle de la ciudadela donde vive, en el norte de Guayaquil.
El matrimonio de 22 años tuvo su primer problema grave en el año 2011. Adrián descubrió que su mujer supuestamente se escribía a través de Facebook con otro hombre en un tono sentimental y erótico, según él. Además, las dificultades económicas también hicieron su parte.
“Tenía mi genio, era celoso, hice el problema mayor y hubo agresión física hacia ella”, confiesa.
Su pareja y madre de sus tres hijos se mudó a vivir con su progenitora por 15 días. Tiempo en que él le rogaba a su amada para que regrese a casa. Las súplicas funcionaron y ella volvió. Después de eso fueron cuatro años de una convivencia “tolerable”.
En el año 2015 las cosas empeoraron. Aclara que ella se cansó de la falta de dinero y el maltrato. La ‘gota que derramó el vaso’ fue en febrero de este año. Ella se marchó de casa por segunda vez y, hasta ahora, parece definitivo.
La noche anterior a la partida de la fémina, Adrián dice que por celos le quitó el celular para revisarle los mensajes.
A la mañana siguiente ella no estaba. Se fue nuevamente donde su madre. Desde entonces, él está melancólico.
La buscó, pero ella se negó a volver. Ahí empezó la autoagresión del hombre. “Me realizaba cortes con hojas de afeitar. Pensaba en no estar en este mundo”.
Los días transcurrían y no se sentía mejor. A su mujer le envió fotos de sus cortes para ver si regresaba. Una vez, solo en casa, se acostó junto a la cocina con las hornillas de gas abiertas. Quiso morir intoxicado para acabar con sus penas. Increíblemente, sobrevivió.
Lo peor ocurrió el martes de carnaval. Con un celular inició una transmisión en vivo desde su Facebook y explicaba que iba a terminar con su vida.
“Dirán que soy un cobarde, pero así la situación será por un momento y dejaré de molestar (...). A la persona que fue mi mundo, mi todo, perdón por hacerte sufrir. Te amaré toda la vida, flaquita de mi vida”, dice Adrián en el minuto 04:22 de la grabación.
Segundos después, sube a un mueble y rodea su cuello con una soga, atada a una viga. Luego se cuelga y su cuerpo se balancea. Sus amigos en la red social comentan que no lo haga. A los tres minutos se escuchan golpes, al parecer, en la puerta. “Abran, se está ahorcando”, grita una mujer.
Adrián refiere que los lugareños lo salvaron. Tuvieron que forzar las seguridades, pues él se había encerrado.
“El amor es tan fuerte y complicado que no entiende razones (...). Pensé dejar todo grabado para que ella lo vea y así se arrepienta”, comentó llorando al recordar ese momento.
Él espera poder hablar con la dama con la que compartió muchos años. Escuchar de ella si le dará otra oportunidad o si la historia de ambos acabó.
Un respiro espiritual
En un intento por recuperar las ganas de vivir, el padre de familia buscó ayuda en una iglesia ubicada cerca de su domicilio. Allí lo recibieron unos religiosos y le mostraron su apoyo.
“Me abrazaron fuerte. Se sintió bien percibir ese apoyo”, comentó Adrián. Refiere que cuando va a la iglesia siente paz y tiene un mejor ánimo.
El señor padece diabetes y tiene unas heridas en sus piernas. Teme que no le cicatricen por su problema de salud.
Uno de sus anhelos es encontrar un trabajo para salir adelante. Dice que quiere mantenerse ocupado, tener un oficio para no pasar en casa y notar la ausencia de su mujer.