Actualidad
Temor, abandono e incertidumbre

Gelitza Robles, San Isidro (Manabí)
El olor de las cebollas paiteñas que Blanca Zambrano lleva en un saco se confunde con el vaho a sudor inevitable, que emana de treinta cuerpos hacinados en el cajón de la camioneta de Isidro Marcillo.
Son las 10:00. Y el último habitante del recinto Río Mariano Arriba trepó al balde de madera, donde también han colocado racimos de verde, cilindros de gas y decenas de fundas plásticas con víveres.
Blanca seca su rostro y se acomoda la gorra azul que la protege del intenso sol de San Isidro, hasta donde viaja cada fin de semana para surtirse de alimento y, desde el pasado 16 abril, también de velas.
Aunque la parroquia queda a 45 minutos de distancia de sus hogares, es el lugar más cercano donde pueden abastecerse y cargar sus teléfonos celulares. Ya ha pasado un mes desde el terremoto que azotó Manabí, pero ellos continúan sin electricidad.
En la misma situación están los sitios de Las Brisas, Río Mariano Medio, Río Mariano de Tutumbe, La Parroquia y El Relleno, del cantón Sucre.