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Diario Extra Ecuador

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Se lanzaron a las calles para ofrecer sexo

El cierre de 14 burdeles en Santo Domingo provocó que las trabajadoras sexuales busquen a clientes en las avenidas.

Las trabajadoras sexuales en Santo Domingo ofrecen sus servicios entre 10 y 20 dólares a los clientes en las calles.

Las trabajadoras sexuales en Santo Domingo ofrecen sus servicios entre 10 y 20 dólares a los clientes en las calles.Fotos: Evelyn Centeno / EXTRA

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Una espesa neblina apenas dejaba ver las luces de los carros, mientras vientos helados erizaban la piel. A las 20:40 del lunes, las siluetas femeninas escasamente se distinguían en el redondel del monumento Sueño de Bolívar, en Santo Domingo.

En las avenidas Los Colonos y Esmeraldas, que conectan hacia Alóag y Quinindé, unas 20 trabajadoras sexuales ofrecían sus servicios desde las veredas y otras avanzaban hasta la mitad de la calle para provocar a algún caballero.

“Venga, venga, le doy lo que no le da otra mujer”, repetía una esmeraldeña que se lanzaba desesperada hacia los carros cuando estos frenaban en el sector. Ella vestía un short y una blusita sin mangas. Iba de un lado a otro, mientras que otras compañeras temblaban de frío y se cubrían con chompas.

La idea de las sexo servidoras fue lucir bien para los clientes, pero el frío les jugó una mala pasada. Desde hace dos semanas, 14 burdeles de esta ciudad fueron clausurados por no tener el informe de uso de suelo y patente municipal. Solo dos están laborando.

Autoridades y los dueños de los establecimientos se han reunido sin tener acuerdos hasta ahora. El objetivo es reubicarlos fuera del perímetro urbano.

Karla (nombre protegido) atraía a los caballeros que se le acercaban para cotizar sus servicios. Expresó que su desesperación para alimentar a sus dos hijos la obligó a salir a las calles. “Yo más me dedico a hacer shows, bailar, pero con el cierre del lugar donde trabajaba no me quedó más que salir a buscarme la vida”, refirió.

La mujer esperaba conseguir cinco clientes, es decir 50 dólares, con eso podría suplir las necesidades básicas de su hogar.

Ella cree que conforme pasen los días, los clientes ya sabrán donde encontrarlas, pero su intención es que las autoridades permitan la reapertura de los centros de tolerancia.

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