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¡Trans femenina tuvo una hija en los años de la represión!
La guayaquileña Maira Naomi Laborde cumplió su sueño de ser madre cuando la homosexualidad aún era delito en Ecuador.
Maira Naomi Laborde tenía 32 años cuando recurrió al vientre de alquiler de un trans masculino que aún conservaba sus genitales de mujer. Tras perder a sus padres a los cinco años, deseaba formar su propia familia. Sucedió allá por 1996, meses antes de que el amor entre personas del mismo sexo se despenalizara en Ecuador.
Esta transexual femenina se había mudado en 1994 a Ámsterdam (Holanda), donde anhelaba gozar de la libertad que su país le negaba. Durante mucho tiempo, había sufrido mofas, insultos y agresiones en silencio. Incluso había visto cómo el odio le arrebataba a algunas de sus amigas. “Nos trataban como si estuviéramos locas. A mí un día me apedrearon. Tenía muchos complejos. Ya se me quedó ese rechazo en la mente”, relata a EXTRA.
Fue en una de sus visitas a Guayaquil cuando decidió dar el paso definitivo para engendrar a Aurora, hoy una joven madre de 20 años que se desempeña como maquilladora profesional. Luchó contra viento y marea para hacer realidad su sueño, que se consumó nueve meses después. Y aunque se topó con el rechazo de sus vecinos, que la calumniaron al verla llegar al barrio con la pequeña, no claudicó. “Fui muy esperada”, bromea la muchacha.
Tras el alumbramiento, Maira Naomi, hoy de 52 años, decidió llevar a la niña con ella a la capital holandesa, donde logró la plata necesaria para pagar los estudios de Aurora y comprarse una casa con diez departamentos en el Puerto Principal. “Allí todo cambió. Era otra cultura”, destaca.
Un duro regreso
La aventura europea concluyó hace diez años, cuando Maira regresó al mismo vecindario donde todavía soporta mofas y comentarios vejatorios. Quizás en su retorno también hubiera un ápice de rebeldía que ni ella misma percibe. Por algo fue la primera transexual ecuatoriana de su círculo que abandonó el Viejo Continente y se atrevió a compartir su historia con un medio de comunicación.
“Al principio se me hizo duro. Lloraba... Antes mi corazón estaba en Holanda. Ahorita está acá y allá”, admite. “Yo me acuerdo de los parques, de los canales, de los holandeses regalándome muñecas... En todos esos recuerdos estamos juntas. Extraño esa época”, apostilla su hija, que colabora en varios programas para prevenir el consumo de drogas entre los jóvenes guayaquileños.
Hoy, Maira y Aurora, que se declara heterosexual “sin dudas”, viven juntas en el Puerto Principal. Su amor ha superado tantas trabas y desprecios que solo la muerte, si es que no hay vida en el más allá, podrá romper ya esa unión inquebrantable. “Nos adoramos”, sentencia la joven.
No se pierda los detalles más impactantes de esta historia en la edición impresa de este 22 de septiembre. Y mañana, viernes, Aurora Laborde responderá a quienes sostienen que los miembros de la población LGBTI no son capaces de educar bien a sus hijos.