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Quiere regresar a morir en su añorado Ecuador
Está llegando al ocaso de su vida. Las enfermedades propias del ser humano, que van minando poco a poco la existencia a través de los años, la hacen meditar. Victoria Torres se aflige y piensa en el destino de sus seres queridos, aquellos que dejó a más de 1.500 kilómetros de distancia hace 69 años, cuando aún estaba latente en la mente de los ecuatorianos la guerra con el Perú.
Así que partir hacia Lima, a los siete años de cumplirse la cruenta batalla, era como un desafío para ella.
El conflicto peruano-ecuatoriano, conocido también como Guerra del 41, fue uno de los diversos enfrentamientos armados que ocurrieron entre ambos países como consecuencia de sus disputas territoriales.
En aquel entonces, esa pugna hacía que la mayoría de los nacionales vieran a los peruanos como enemigos. Sin embargo, en esa época y por diversos motivos, también hubo compatriotas que, cruzando la frontera, llegaron por tierra a Perú. Una de ellas fue una amiga de Victoria, que migró a Lima por asuntos de trabajo y, con el pasar del tiempo, la convenció para que también viajara.
Victoria Torres Espinoza, a los 22 años, se subió a un barco en Guayaquil y partió con dirección a Puerto Bolívar, en la provincia de El Oro.
Su periplo continuó hasta el puerto de Hualtaco y de allí, por tierra, siguió a Aguas Verdes, Tumbes, Piura y Trujillo hasta que, un 7 de septiembre de 1948, llegó a su destino final: Lima. En esta ciudad conoció al amor de su vida, un peruano con el que compartió muchos años hasta que falleció. Y como no procreó ningún hijo se quedó sola.
69 años ausente
Tener a la soledad como única compañera y a su familia tan lejos le han llevado a sentir la necesidad de regresar a su tierra, pero no sabe cómo hacerlo. Sus avanzados 90 años la tienen en una silla de ruedas. Pero su mente es lúcida y recuerda claramente que sus padres se llamaban Ramón Torres Andrade y Natividad Espinoza Machare.
Rememora también que sus hermanos mayores eran Martín, Lucas, Wilfredo, Felipe, Eloy y Flor Torres Espinoza. De allí venía ella y su última hermana, Benedicta.
Hace dos años, en su afán por regresar a su tierra natal, se contactó Julio Loaiza, a quien le contó su historia, que fue publicada en la página de Facebook del mencionado ciudadano.
Allí se exponía que Victoria había nacido y vivido en Naranjal y que, desde que viajó a Perú y se casó, nunca había regresado a su hogar.
Loaiza pedía información de su familia para facilitar el reencuentro con ella después de tantos años. Desgraciadamente, la publicación no tuvo los resultados deseados.
Pero como la fe de la adulta mayor no se ha desvanecido, con sus últimas fuerzas sigue insistiendo. Esta vez, a través de Luis Vázquez y Diario EXTRA.