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Diario Extra Ecuador

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Violadas por decir que no

El 40 % de las denuncias por agresiones psicológicas a mujeres deviene de su negación a tener sexo con sus esposos o novios.

Sometimiento. Muchos hombres usan frases violentas para que sus esposas accedan a tener relaciones sexuales con ellos.

Sometimiento. Muchos hombres usan frases violentas para que sus esposas accedan a tener relaciones sexuales con ellos.Fotorecreación: Richard Castro

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La angustia oprimía el pecho de Monserrate, mientras las manos de su esposo la despojaban de su ropa con brusquedad. No tenía ganas de hacer el amor, pero le aterrorizaba la idea de que él cumpliera con la amenaza de buscar a otra mujer que lo complazca.

Las caricias de su propio marido le asqueaban cuando la lanzaba a la cama sin sentir deseo. Cerraba los ojos y rogaba para que se terminara rápido. “Llegué a sentirme un mueble más de la casa, que él usaba cuando llegaba, cuando quería”, reniega avergonzada. Su esposo la violaba y ella jamás lo denunció.

La fiscal Yoli Pinillo, coordinadora de la Unidad de Violencia de Género de la Fiscalía del Guayas, ha escuchado tantas veces historias similares a las de Monserrate, que se encoge de hombros y esboza una sonrisa de resignación. A pesar de que este caso es un delito de violación, tipificado en el artículo 158 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), en su mayoría las mujeres no lo denuncian.

De hecho, en la Fiscalía solo se registraron 10 denuncias de mujeres que acusaban a sus esposos de abusar sexualmente de ellas en 2018. De estos casos, solo uno tiene auto de llamamiento a juicio. Las mujeres, por lo general, terminan desistiendo de la denuncia, reniega Monserrate y vuelve a fruncir el ceño.

“Las mujeres naturalizan la violencia y creen que es normal lo que les pasa, porque va de la mano del factor social. La gente les dice: ‘Pero si es tu pareja. Tienes que complacerlo’, y eso no es así”, insiste.

Se considera violación cuando el acto se da a pesar de que una de las partes se niega a tener relaciones sexuales, por el motivo que sea y sin importar la relación que mantengan. Por lo tanto, si un hombre obliga a su esposa, novia o pareja sentimental a tener sexo, podría ser sancionado con pena privativa de libertad de 19 a 22 años, con agravantes.

Pero no siempre la violencia llega de forma explícita, con golpes o insultos. Cada vez que el novio de Karina le decía que si no tenían sexo, ella le demostraba que no lo quería, ella se sentía mal.

“A veces yo tenía la regla (menstruación) y así no me gustaba estar con él. Yo le pedía que esperemos y él me insistía. Me rogaba tanto que terminaba cediendo, pero era terrible para mí. Me repetía que así le demostraba mi amor y yo aceptaba”, se reprocha la guayaquileña de 30 años.

Por eso, para Patricia Reyes, psicóloga clínica del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam) en Guayaquil, este es el tipo de violencia más invisible en la pareja.

“Cuando una mujer está sufriendo de violencia, no nombra a la violencia sexual, pero cuando comenzamos a indagar en su historia, termina revelando que su pareja la obliga a estar con él”, precisa la especialista.

El año pasado la Fiscalía recogió 9.674 denuncias de violencia psicológica en Guayaquil. El 90 % de ellas fueron puestas por mujeres.

Pero lo más preocupante para la fiscal Pinillo es que de esa cifra el 40 % tuvo su origen porque la mujer se negaba a la cópula. “Está presente esa relación asimétrica de poder. Ellas no quieren mantener relaciones sexuales, esto les disgusta (a las parejas), las agreden, unos consuman el acto de forma violenta, otros simplemente las insultan, las golpean y se van”, revela.

Pinillo recuerda que hace unos años llegó a su despacho uno de los peores casos que ha tenido que seguir. La mujer, cansada de los maltratos que recibió de su pareja durante 30 años, llamó al ECU-911 porque la estaba golpeando.

Ya en la Fiscalía, pidió medidas de protección, pero aclaró que no quería que lo metiesen en la cárcel, a pesar de que era un delito flagrante, porque “era un buen padre”.

La institución actuó de oficio y en las investigaciones que iniciaron por ese caso particular de violencia física, la mujer reveló que su esposo no solo la obligaba a tener sexo, sino que le revisaba las partes íntimas para saber si había estado con alguien más.

En estos casos, explica la funcionaria judicial, la entidad puede abrir otro expediente por el delito de violación. “Pero son las propias mujeres las que se niegan a continuar con el proceso. Lo limitan a un documento: la boleta de auxilio. Y si nos fijamos en los casos de femicidio, la mayoría tenía boleta”, informa la fiscal.

Ella explica que una vez receptada la denuncia, empieza la instrucción para confirmar o descartar si hubo delito. Adicional a ello, se hace un acompañamiento psicológico y se las deriva a instituciones para que les den tratamiento terapéutico.

El problema es que la mayoría de féminas no están conscientes de que son violadas, porque asumen que, al ser su esposo o novio, tienen que acceder. “El chantaje, la manipulación, las mentiras, las amenazas son formas con que las parejas obligan a las mujeres a tener sexo”, menciona Pinillo.

Una de las frases más comunes que les dicen sus parejas a las mujeres maltratadas es: “Para qué crees que eres mi mujer, si debes estar dispuesta cuando yo te pido”. Y terminan convenciéndose de ello, como dijo la fiscal, normalizándolo.

Pero esto podría dejarles graves secuelas psicológicas, agrega Reyes, quien ha visto a un sinnúmero de pacientes que se sienten un objeto. “Una usuaria que llegó nos contó que si su esposo escuchaba una negación, le arranchaba la ropa”, recuerda.

Por eso, insiste, es un delito silencioso y que no se denuncia porque la propia víctima no está consciente del mismo, “sin embargo se siente mal”. Añadió que esto también desencadena más problemas, como por ejemplo el de obligar a la mujer a ser madre.

Ni Monserrate ni Karina quedaron embarazadas tras las violaciones que padecieron, pero sí reflejan problemas emocionales e incluso dejaron de disfrutar de su propia sexualidad. Aunque ambas terminaron alejándose de sus parejas, forman parte de esa larga lista de víctimas silenciosas.

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