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Virginia Gómez de la Torre: en defensa de la educación sexual

En el Día de la Mujer, la activista cuenta cómo ha sido su camino en la lucha por los derechos de las mujeres. Así como los logros en la legislación

Virginia Gómez de la Torre
Virginia Gómez de la Torre hace activismo desde hace 40 años. Ahora es directora de la Fundación Desafío.Karina Defas

Virginia Gómez de la Torre, madre de dos hijos, nació hace 68 años en el barrio La Loma Grande. Un sábado, sentada en el comedor de su casa, en el sector La Kennedy, asegura que es activista desde hace más de cuatro décadas. Hoy es directora de la Fundación Desafío.

Tras terminar sus estudios de Medicina en la Universidad Central, se marchó a hacer la rural. Allí se dio cuenta de la falta de presencia del Estado, de la realidad que enfrentaban las mujeres y los niños. Fue entonces cuando se topó con una compañera que la introdujo a la lucha política. Con ella empezaron a tener contacto con mujeres que trabajaban dentro de partidos políticos. “Eran pocas y tenían mucha inconformidad de cómo se las trataba”. Entonces, ellas decidieron militar por la defensa de las mujeres en temas concretos, como la violencia.

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En esa época, ya se discutía por qué solo las mujeres eran las responsables del cuidado de los hijos, de la vida cotidiana. Le llaman la doble o triple jornada. Más de cuarenta años después, no ha cambiado mucho. Son unas 16 horas adicionales en las que las mujeres trabajan más que los hombres. “¡Es injusto!”, replica. Ellos aún no tienen la capacidad de entender que la responsabilidad es compartida, lamenta.

Sin embargo, para Virginia, con el activismo y la lucha por los derechos de las mujeres se ha conseguido mucho. “Las mujeres hemos crecido en entender que somos seres humanos. Que nuestras vidas son tan importantes como la vida de los hombres”, indica. Las jóvenes de ahora no son igual que las de hace 42 años. El movimiento feminista ha hecho que ya no vean la maternidad como un destino, sino como una opción.

Un aporte importantísimo ha sido cambiar los imaginarios de que la familia eran papá, mamá e hijos, el perro o el gato. Y también que las mujeres son capaces de llegar a ser presidentas, ministras, de seguir carreras técnicas que antes estaban vetadas. Pues han contribuido con la ciencia, son inventoras, artistas, políticas… Y, por supuesto, han conseguido leyes para mejorar los derechos reproductivos.

Aún faltan. Por ejemplo, despenalizar el aborto totalmente, dice. Desde la Fundación Desafío, cuya directora es Virginia, junto a la Coalición Nacional de Mujeres, se envió la primera demanda con la que la Corte Constitucional despenalizó el aborto en casos de violación en 2021.

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Pero para ella, hay otro desafío. La activista reprocha que la Iglesia y grupos antiderechos puedan pensar que es malo informar a una niña sobre la violación, violencia sexual, incesto, riesgos en las familias, a diferenciar lo que es una caricia sana de una incestuosa. “La educación sexual sí es un objetivo para mí, como persona y profesional”, manifiesta.

La fundación trabaja con organizaciones populares de mujeres en Santo Domingo, Ambato, en Manabí, impartiendo información que tiene que ver con la educación sexual, para que ellas puedan replicar estos conocimientos con sus pares e, incluso, aprendan a defender el derecho que tendría sus hijos cuando van a las escuelas, cuando son violentados, dice.

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Virginia cuenta que la primera investigación que hicieron en el país se llamó ‘Vidas Robadas’, que reveló que en Ecuador “a las niñas las violan y las embarazan”. Son niñas –dice– a las que se les obligó a parir producto de un crimen. Y el problema se ha extendido debido a la situación actual: la migración. “Ecuador expulsa a sus ciudadanos, en el trayecto violan a las niñas, a las mujeres. También están aquellas que se quedan en las manos de sus abuelos, tíos, y que corren riesgo”, lamenta.

En otros casos, las matan. Febrero fue un golpe al país entero. Dos niñas fueron halladas enterradas. Otra apareció en una cisterna. Las desaparecen. Las asesinan. Según Virginia, en 2023, la muerte violenta de niños y niñas aumentó en un 640 %. Además, hay casos de trata, de explotación sexual, de esclavitud laboral. “Cuando ellos deberían estar jugando, estudiando, soñando…”, asiente.

Falta cambiar el imaginario social. “La creencia de que las personas que tienen poder y actitudes patriarcales definen la vida de las personas (...) Hay que cambiar los estereotipos, las formas de pensamiento machista. Eso es lo que le hace falta al mundo”, concluye. Poco después, muestra sus jardines perfectamente cuidados. Por ahí, destaca un árbol de higo. No da frutos. Pero está segura de que más adelante podrá cosechar más de uno.

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