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Diario Extra Ecuador

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‘Panas’ a ciegas por 20 ‘latas’

Desde hace dos meses, una empresa de Quito alquila la compañía amistosa de hombres y mujeres para acudir a reuniones, cenas o fiestas.

Las familias de Miguel y María ignoran que acuden a esta clase de servicios. Por eso ambos prefirieron no desvelar su identidad completa.

Las familias de Miguel y María ignoran que acuden a esta clase de servicios. Por eso ambos prefirieron no desvelar su identidad completa.Henry Lapo

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La mesera trae un jugo de naranja para Miguel y una cerveza para María. Ambos prefieren no dar sus nombres completos. Sus amigos y familiares ignoran que acuden a reuniones como estas y no quieren darles explicaciones que quizá no entiendan.

María tiene 50 años, es psicóloga, madre de dos hijos adultos y está divorciada desde hace trece años. Él acaba de cumplir 38, es profesor de Inglés y no tiene hijos ni pareja. María viste de negro, con un maquillaje discreto y un pañuelo florido como bufanda. Miguel lleva un pantalón crema, una camisa blanca y una chaqueta café de cuero. Los dos, uno junto al otro, ocupan un sillón esquinero en la terraza de un bar del norte de Quito. Se miran, sonríen y charlan sobre la decoración del lugar y el frío nocturno. No se conocían hasta hoy.

Svetlana Peskova ha coordinado este encuentro a ciegas. De origen ruso, es la directora de la empresa ecuatoriana Weekends Out, que desde 2002 organiza distintas actividades para solteros y personas que buscan conocer gente nueva.

Hace dos meses, lanzó un nuevo proyecto a través de la página web corporativa: el alquiler de amigos, que consiste en pagar 20 dólares la hora para rentar la compañía exclusivamente amistosa de un hombre o una mujer adulta. De ese dinero, la firma recibe 10 dólares por su gestión y la otra mitad le corresponde a la persona alquilada. A raíz de la convocatoria, activa en el portal, ha armado una base de datos de gente dispuesta a ser contratada.

Factor sorpresa

Hasta el momento, Svetlana ha recibido cerca de 200 inscripciones. Casi el 90 % corresponde a hombres de entre 26 años, la edad mínima, y 40. Para formar parte de esa lista, se debe enviar por correo electrónico la copia de la cédula, una foto tamaño carné, otra de cuerpo entero y llenar un formulario con información básica: nombre, edad, estatura, estado civil y el grado de educación alcanzado.

Este último dato es clave para ella, ya que a su juicio “solo los profesionales con título universitario tienen buen nivel de conversación y eso es primordial para estos encuentros”. Como enfatiza repetidamente, estas salidas no son para encontrar pareja, sino para hacer amigos. Quien paga por el servicio puede escoger la edad de su acompañante, pero ni siquiera ve una foto suya antes: “Si se trata de ampliar los círculos, el factor sorpresa es importante”.

¿Cuál es la diferencia entre estos encuentros y los que se consiguen en distintas aplicaciones de celular? Según su promotora, la seguridad. Mientras por la red a veces es difícil saber con certeza quién está al otro lado de la pantalla, la ventaja acá es que los amigos de alquiler han sido previamente entrevistados. Las reuniones, además, se pactan en lugares públicos como este bar de música ochentera, luces tenues y cocteles dulces, en el que María y Miguel llevan casi media hora. Ninguno luce incómodo. Como ya habían acudido a encuentros para solteros en busca de pareja, están acostumbrados a interactuar con desconocidos. Y como sus experiencias pasadas fueron gratas, decidieron probar esta nueva modalidad para seguir haciendo contactos.

Renovar energías

A pesar de que Miguel vivió unos años en Inglaterra, nunca había escuchado de una actividad similar. Y cuando supo de este programa, le pareció “interesante”. El dinero no fue una motivación para poner en alquiler su compañía (no le hace falta, ya que tiene un puesto fijo en un colegio). Fue más bien la curiosidad.

Calcula que ha conocido a unas treinta mujeres en los últimos años, pero con ninguna ha logrado entenderse del todo. El problema es que no quiere ser papá y eso ahuyentaba a sus citas. “Como en este punto ya no tengo nada que perder –indica–, opté por venir y ver qué pasa. Esta noche, al menos, me iré con el número de una nueva amiga”. Hasta ahora, María le ha causado una buena impresión porque, a diferencia de sus amigas, sabe escuchar.

A ella, Miguel le parece un caballero. Aunque sabe que en las primeras ocasiones siempre se intenta mostrar lo mejor de cada uno. Cuando María se separó de su exmarido se dedicó por completo a su profesión y a criar a sus dos hijos. Pero ahora que ambos ya no viven con ella, tiene más tiempo para ocuparse otra vez de sí misma. “Me siento bien sola, no me complico. Eso no quiere decir que no esté abierta a conocer a otras personas, porque siempre es bueno renovar las energías”, resalta jovial.

María cree en el destino y está convencida de que por algo tuvo que conocer a Miguel. Lo cierto es que, más allá de su fe en las coincidencias, solicitó un amigo de alquiler porque cuando la invitan a eventos empresariales no tiene con quién acudir. No es la única. A otros les sucede lo mismo en fechas especiales como sus cumpleaños. De ahí que uno de los eslóganes del programa sea “no te quedes sol@ en fiestas”.

La persona alquilada está obligada a permanecer solo una hora. El resto del tiempo que quiera quedarse corre por su cuenta y no se paga. Asimismo, todo lo que ocurra después de esa noche es decisión de los involucrados.

“Yo no diría que muchos de los que participan son solo gente que está sola. Incluso no hablaría de personas solitarias, sino de personas libres que disfrutan por igual de su propia compañía como de la de otros”, señala Svetlana.

Para ella, solo los seres humanos valientes, seguros de sí mismos y de mente abierta se atreven a salir de su zona de comodidad para frecuentar otros círculos distintos a los de su familia, sus amigos de la infancia, del colegio o sus compañeros de trabajo.

Otros países

Un servicio cada vez más extendido por el mundo

“La comunicación entre personas ha cambiado. Antes se solía pedir ayuda a gente conocida, cercana. Ahora no pueden compartir con esas personas, así que vienen a nosotros”, afirma Ikeda, de 46 años, en una entrevista a BBC Mundo.

Él es amigo de alquiler en Japón desde hace dos años. Al mes, como promedio, se reúne con 30 clientes y gana alrededor de nueve dólares por hora. Dada la densidad poblacional del país asiático (126 millones de personas), la oferta es mayor y, por lo tanto, las tarifas son más bajas.

Sus clientes le han pedido que los acompañe a karaokes, partidos de béisbol, como guía turístico o a cenar a restaurantes elegantes. Ikeda asegura que no hace esto como negocio, sino como una forma de ayudar a los demás.

Uno de los portales más famosos es el estadounidense rentafriend.com. Allí están registradas alrededor de 621.585 personas de todo el mundo dispuestas a salir al cine, pasear por la ciudad o jugar al golf.

Brasil y Argentina han adoptado esta modalidad y han lanzado empresas propias, como rentalocalfriend.com, para conectar a usuarios y clientes. Europa, Alemania, Portugal y Francia son algunos de los países en los que, de a poco, se va instaurando esta forma innovadora de relacionarse.

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