Desde sesiones de spa, festejos de cumpleaños, armarios llenos de ropa y accesorios hasta referirte al perro o gato que adoptaste como un hijo. Si te comportas de ese modo con tus compañeros de cuatro patas, es posible que padezcas petofilia.

Este trastorno se caracteriza por el apego excesivo a los animales. Según Jon Katz, un periodista norteamericano que se ha dedicado a estudiar este fenómeno, el problema comienza cuando los dueños personifican a sus mascotas.

Al tratar a los animales domésticos como si fuesen humanos, se puede llegar al punto de confundir su verdadera naturaleza. Esta condición se produce cuando una persona se siente únicamente satisfecha cuando está en contacto con estos, aislándose así de su entorno.

Una mansión para mascotas

Estos comportamientos han sido normalizados en varias ocasiones por personajes famosos a través de las redes sociales como Instagram, Facebook o Twitter. Un ejemplo: la mansión de las mascotas de Paris Hilton.

“Mis perros viven en esta mansión de dos plantas que tiene aire acondicionado, calefacción, muebles de diseñador y una lámpara de araña. Me encanta”, escribió Hilton en una publicación de Twitter.

Cubrir necesidades

Carolina Espinosa, psicóloga clínica y especialista en hipnoterapia, explica que la preocupación constante por los animales tiene que ver con la forma que las personas idealizan sus propias emociones y necesidades.

“Las personas que sufren de este trastorno buscan cubrir necesidades de su entorno, especialmente el cariño, la compañía, la sociabilidad al refugiarse en sus mascotas”, advierte Espinoza.

Por otro lado, el entrenador Francisco Bone, quien adiestra caninos desde hace 12 años, recomienda que antes de gastar dinero en objetos innecesarios para tu mascota, se les enseñe un buen comportamiento.

“Lo más importante que debe aprender un perro es el adiestramiento, la obediencia, supervivencia y ataque”, menciona Bone.

Amar y cuidar a tu mascota es siempre bueno, pero hacerlo de una forma obsesiva es perjudicial para ambos.