Buena Vida
¡La época para bucear con mantarrayas ha llegado!

Las bellezas naturales de Ecuador no solo se encuentran en la tierra, sino también en la profundidad del mar. Existen varios sitios en el país que ofrecen condiciones favorables para vivir una experiencia única bajo el agua, gracias a un deporte que ha cobrado más auge en Guayaquil: el buceo.
Esta actividad, además de requerir un entrenamiento previo y una certificación, es un deporte que otorga varios beneficios, así como la oportunidad de vivir de cerca una conexión con la fauna acuática.
“Durante todo el año se puede bucear”, así lo expresa Pablo Matute, IDC Staff Instructor y representante de Tortuga Divers en Guayaquil. De diciembre a abril las condiciones de aguas cálidas y el buen sol llaman mucho la atención de las personas y aumenta el interés hacia este deporte.
Sin embargo, para los buzos certificados, los meses considerados “como fríos”, es cuando se registra mayor actividad y visita de fauna acuática. “Si bien las condiciones no son a veces tan agradables, en cuanto a temperatura ni visibilidad, son muy buenas en cuanto a la cantidad de especímenes que podemos ver: mantarrayas, tortugas, morenas, pulpos, con suerte pez luna y el tiburón ballena”, indica Matute.
Quienes realizan este deporte destacan, además de la tranquilidad de la profundidad del mar, otros beneficios que ayudan a la salud y vida de las personas: comunicación asertiva, trabajo en equipo, mejoramiento de la capacidad pulmonar y fortalecimiento de la resistencia.
En esto coincide Matute quien en su experiencia como instructor ha podido ser testigo del fortalecimiento de la sociabilidad de los participantes, al hacer esta actividad que requiere siempre del trabajo en equipo. Destaca también los beneficios en el aspecto físico: “Pasas una hora o más, pateando bajo el agua, de manera que observas muchas mejoras en tu resistencia”.
Ecuador ofrece, tanto en la parte continental como en las Islas Galápagos, muchos sitios para bucear. Los principales de la costa son: Ayangue, los islotes ‘el pelado’ o ‘el viejo’, la isla Salango, la isla de la Plata, el islote Los Ahorcados, Bajo Cope (aquí se realiza el avistamiento de las mantarrayas gigantes).
Si bien esta práctica es recreativa, requiere también de un curso previo que certifique a una persona como apta para bucear. Cuando se aprueba la etapa inicial del curso, se obtiene una credencial para realizar buceo en aguas abiertas y sumergirse hasta 18 metros y 60 pies.
Los cursos se componen de dos partes: teoría y práctica. Esta segunda a su vez se divide en dos etapas: la primera se realiza en piscinas para aprender a solucionar situaciones que se puedan presentar en el mar y, la segunda, en aguas abiertas (mar).
Shuber Urgilés, buzo guayaquileño de 26 años, procura bucear en temporada alta una o dos veces al mes: “Debajo del mar encuentro paz interior y mucha calma. El tiempo no se siente y no quieres subir nunca”.
Destaca además la posibilidad que brinda el buceo para conectar con la flora y la fauna acuática: “Conoces un mundo totalmente desconocido para nosotros que si te pones a ver en proporción es la mayor parte del planeta”.