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Diario Extra Ecuador

Buena Vida

¿Hay un vínculo entre el hambre y el mal humor?

El organismo de cada persona funciona de modos específicos, pero hay algo que muchos han experimentado: malhumor cuando el hambre asoma. Si te ha pasado, en esta nota te explicamos la razón.

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El organismo de cada persona funciona de modos específicos, pero hay algo que muchos han experimentado: mal humor cuando el hambre asoma. Si te ha pasado, en esta nota te explicamos la razón.

El momento en el que llega el hambre no es igual para todos. Para algunos estos avisos del estómago sirven como una especie de alarma natural que motiva a correr del cuarto a la cocina; sí, son de esos que no pueden empezar el día sin probar bocado.

En la lista —que es muy subjetiva y extensa— también están los ‘comelones’ diurnos o esos que prefieren saltarse el desayuno y esperar hasta el almuerzo.

Lo que probablemente tengan en común es lo que ocurre cuando la barriga ‘llama’ y nadie ‘contesta’, sea cual sea su horario preferido; porque sí, hay quienes miden su estado de ánimo con la vara de su apetito y el mal humor que se apodera de ciertas personas cuando no han comido tiene una explicación científica.

En ciertos casos ese temperamento “es genuino, bastante más agresivo y puede causar episodios de conflictos entre parejas y amigos”, expone una publicación de Hipertextual. La respuesta se concentra en el azúcar, las hormonas y la sangre.

...¿Pero qué es lo ocurre?

Como si los ruidos estomacales —llamados borborigmos— no fueran lo suficientemente fastidiosos, muchas veces cuando es necesaria una ‘recarga’ los dolores de vientre también aparecen para alertar y bueno... para causar molestias e irritabilidad.

Ahora le toca el turno a la glucosa, la real protagonista. Los carbohidratos, proteínas y grasas que debemos consumir a diario se transforman en azúcares como la glucosa, aminoácidos y ácidos grasos que aportan energía.

Imagina que sales de casa hacia al trabajo sin desayunar; luego, te saltas la siguiente comida debido a lo ajetreado de la jornada laboral. Para la noche el nivel de esos nutrientes habrá bajado considerablemente.

El cerebro actuará como si de una amenaza se tratara, pues “depende especialmente de la glucosa para funcionar”, según detalla CNN.

¿Te pasa que si no comes te resulta más difícil concentrarte? Pues ahí está la (falta) de glucosa acechando. Con el estado de ánimo ocurre algo similar: mientras más tiempo pases sin ingerir alimentos, más propenso eres a “no comportarte dentro de las normas sociales aceptables”, explica el medio.

Cuando la glucosa empieza a despedirse de la sangre, el cerebro avisa a los órganos y estos entienden que es hora de hacer todo para detenerlo: sueltan hormonas —como epinefrina y el cortisol— que aumentarán la cantidad de azúcar.

Y... ¿adivina qué? Ambas hormonas también se liberan en momentos de estrés con el objetivo de hacerte reaccionar en situaciones que amenazan tu vida.

Así que ahora que lo entiendes, cuando te pongas ‘hangry’ ya no explotarás con tu familia y amigos... ¿o sí?

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