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Diario Extra Ecuador

Buena Vida

“Doctor Rodríguez, a emergencia”

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Por Ángel Amador

angel77amador@gmail.com

Esthela miraba el reloj de su celular una y otra vez. Caminaba de un lado a otro de la habitación. No aguantaba estar dos segundos sentada, hasta que la puerta se abrió.

Era él. Corrió a abrazarla y besarla como si no se hubieran visto en años. Esthela abrió los ojos y su acompañante ya estaba desnudo. Ella lo siguió. Las prendas volaban.

La pareja, ya sin ropa, fue agachándose hasta encontrar un espacio en el duro piso.

Ella recogió algunas de las prendas para improvisar una especie de colchón. Sudorosos. Agitados. Muy excitados. Así estaban sus cuerpos uno sobre el otro. El roce de su piel aceleraba más sus latidos. Más besos. Más caricias. Susurros al oído. No podían detenerse. No querían parar. Sus gemidos y acelerada respiración casi traspasaban el umbral de la puerta. El constante andar de los visitantes por el corredor disipaba los ruidos apasionados que salían de aquella oficina. Todo era perfecto hasta que escucharon: “Doctor Rodríguez, a emergencia... doctor Rodríguez, a emergencia”.

El médico paró. Volvió a ponerse el mandil rápidamente y salió. Detrás de él, Esthela, la médico interna.

Eran las siete de la mañana, la hora muerta del turno. Fueron a descansar unos minutos. ¡Qué descansar! Esthela y el doctor retomaron lo pendiente. Otra vez desnudos, la pareja dejó aflorar su pasión.

Sus manos querían tocar todo del otro. Sus labios, juntarse. Sus cuerpos, rozarse. No podían detenerse. No importaba si alguien tocaba la puerta. O si llegaba un herido por un accidente de tránsito, una mujer con cólicos o a punto de dar a luz. Tenían que terminar ya.

Los gritos eran más fuertes. Los gemidos más prolongados. Las caricias eran arañazos en la piel. Los besos eran más apasionados. Un último grito de pasión terminó con el momento.

Se dieron la espalda. Empezaron a vestirse. Ninguno dijo nada. El turno terminó. Volvieron a mirarse. Se besaron. Tomaron sus manos y salieron del hospital tal como llegaron... como esposos.

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