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Nutrición

No ‘infles’ a tus niños con comida

El sobrepeso y la obesidad están en el país desde antes de la pandemia, pero el confinamiento ha incrementado el peso infantil. Conoce qué hacer al respecto.

niño comiendo
No mezcles carbohidratos en un sola comida de tu hijo. Procura que él consuma más verduras, frutas, carbohidratos integrales y agua.Pixabay

Quedarse en casa por causa del coronavirus ha provocado que ciertos hábitos en los chicos se alteren o acentúen. Pasan más tiempo frente al computador (sea por clases o entretenimiento) y ‘pican’ más de lo normal. Su limitada salida a la calle y la reducida movilidad dentro del hogar han hecho aparecer al sedentarismo, factor que incide en el sobrepeso y la obesidad.

La doctora Johanna Erazo Mera, pediatra, menciona las cifras de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), la cual reporta que en Ecuador 35 de cada 100 niños, de 5 a 11 años, tienen sobrepeso y obesidad. “Se calcula en el mundo que más de 41 millones de menores de 5 años sufren de este problema de salud pública. Este número luego de la pandemia crecerá, aún no hay estudios”.

Estas enfermedades son de origen multifactorial, tienen varias causas, desde ambientales hasta genéticas. Las primeras están relacionadas con la dieta y la actividad física, ambas modificables y vinculadas con el ejemplo familiar (si los miembros se alimentan sano y hacen deportes). La genética influye, pero mínimamente, de 1 a 6 por ciento, señala licenciada Tatiana Landeta, nutricionista y dietista.

¿Cómo saber si está ‘pasadito’? Con el índice de masa corporal (IMC), método utilizado para estimar la cantidad de grasa corporal que tiene una persona y determinar si el peso está dentro del rango normal, o por el contrario se tiene sobrepeso o delgadez. Para ello, se pone en relación la estatura y el peso actual del individuo, indica Landeta.

EXTRATIPS
  • Prioriza el consumo de frutas y vegetales sobre los productos industrializados, hipercalóricos y sin nutrientes.
  • En el desayuno que consuma proteína y carbohidratos integrales (el huevo es ideal, la clara es la mejor proteína y la yema beneficia al cerebro y los procesos de aprendizaje); en el almuerzo y cena comer pollo, carne o pescado acompañado de variedad de vegetales (pon 5 colores diferentes en las ensaladas para asegurar el aporte de vitaminas y minerales) y una porción de carbohidratos, del tamaño del puño del niño.
  • No mezlces carbohidratos en un sola comida, ejemplo arroz con puré, sopa de papa con fideos.
  • Tu hijo no debe de comer como adulto. Más comida, más grande se hace el estómago.
  • La hidratación es básica, a veces el cuerpo confunde el hambre con la sed. Del año hasta los 10 conviene beber un litro y medio diario (4 a 6 vasos), y dos litros entre los 11 y los 18 años (6 a 8 vasos).
  • Que coman granos y cereales, tienen efecto saciante. Haz golosinas saludables como helados de yogur, otro de agua de coco con frutas.
  • Que haga ejercicio mínimo 30 minutos diarios, fuera de las actividades domésticas.
  • Si tiene de 3 a 5 años que duerma de 10 a 13 horas. De 6 a 12 años con unas 9 a 12 horas bastará y los adolescentes de 8 a 10 horas.

Ansiedad encerrada

El confinamiento les ha causado ansiedad y muchos recurren a la comida para canalizarla, por eso la psicóloga clínica, Gina Fabre, aconseja que hagan actividades físicas como juegos en familia, tareas domésticas, etc. 

Consecuencias que pesan

Como se encuentran en etapa de crecimiento, ellos fabrican más células grasas y tejido adiposo, por lo que en su edad adulta pueden sufrir de enfermedades como hipertensión, diabetes tipo 2, entre otras afecciones.  

Dispositivos electrónicos

La luz que estos emiten varía el ritmo circadiano (reloj interno) y se modifica el sueño, el cual altera la regulación de la hormona del hambre y la saciedad.

Hongo intestinal

Un consumo alto de azúcar cambia la microbiota intestinal y aumenta la población de un hongo, cuyo exceso produce toxinas que se relacionan al aumento de peso.

Actividad beneficiosa

Cuando tu hijo hace ejercicios de motricidad gruesa (saltar, correr, entre otros movimientos) aumenta la producción de la serotonina, la hormona de la felicidad. Estar activo le ayuda en su capacidad cerebral y memoria.