Buena Vida
Karla Morales: “No le tengo miedo al reto”

Por Mariuxi Dueñas
duenasm@granasa.com.ec
Activista de los derechos humanos. Mutifacética. Alegre. Luchadora. Karla Morales considera que en Ecuador se debe romper la idea de que una mujer es “sorprendente” porque estudia, trabaja y se mantiene. Piensa que es necesario que se vuelva común el hecho de que el sexo femenino tiene las mismas capacidades y oportunidades que los hombres.
La abogada afirma que los derechos humanos le gustaron desde pequeña, ya que siempre estuvo involucrada en trabajos con la comunidad. “Mi madre nos inculcó el compartir como valor familiar y nos enseñó que podías hacerlo siempre, no solo en Navidad o porque era el Día del Niño”, explica con emoción.
Su vocación creció hasta que decidió estudiar leyes. Cuenta que en su trayectoria tuvo los propios desánimos de una joven que quiere alcanzar mucho, pero que no cree en el sistema. “La burocracia es algo que siempre me molestó, pienso que deben existir ciertos procedimientos que son necesarios, pero si se pierde el objetivo en el camino no sirven de nada”.
Ayudar ante todo
Las experiencias que tuvo en organismos internacionales, en los que pudo observar el papel predominante de la mujer, la motivaron a seguir sus ideales. “Estar afuera me ayudó a visibilizar la capacidad desde mi género. Y afirmé que la mujer ecuatoriana es capaz de realizar trabajos extraordinarios y tomar grandes decisiones”.
Fue así que a sus 23 años regresó a su país llena de esperanza para empezar sus labores, y se dio cuenta que el camino no era fácil. Hasta encontrar el espacio actual en el que llena sus cuatro objetivos de vida: solventar sus gastos, trabajar en Derechos Humanos, escribir y viajar, empezó vendiendo dulces y desempeñando trabajos de oficina en estudios de abogados.
Para no desconectarse de su pasión humanitaria, mantuvo siempre comunicaciones virtuales con organizaciones extranjeras. La oportunidad de crecer en el área del voluntariado surgió cuando uno de sus contactos con una ONG la recomendó para un puesto. La llenó de ilusión el adentrarse con más fuerza a su objetivo: servir. “Esto me permitió ganar presencia en el tercer sector (Entidades Sin Ánimo de Lucro), tener más contactos y ganar respeto por mis capacidades”. Como las actividades eran totalmente gratis mantenía a la par sus otras ocupaciones para lucrarse y poder seguir con sus sueños.
Después de un tiempo de trabajar en varias áreas y seguir creciendo decidió abrir su propia fundación llamada Kahre, la cual nació en julio del 2014. A la par, para no perder su estabilidad económica, creó una tienda de muebles con la cual se propuso vender productos de buena calidad y asequibles.
A partir del 16 de abril
La profesional sostiene que a partir del terremoto Kahre tomó muchísima más fuerza. “Desde que sentimos el sismo, mi esposo Ezequiel, que es bombero profesional, decidió trasladarse a Manabí para analizar la situación. Tomé la iniciativa de recolectar donaciones en mi casa con la intención de llevarlas en mi carro al siguiente día”.
Fue así como Karla inició su labor por los damnificados sin imaginarse la ayuda que recibiría ni el papel que asumiría. Su asombro todavía se refleja en su cara al contar la cantidad de donaciones que llegaron el día luego del suceso.
Ella pensaba dirigirse a la zona afectada con algunas fundas y terminó llenando, tan solo en el primer día, 28 camiones. Relata que el garaje de su casa no se mantiene vacío y que todavía la conmueve la solidaridad de las personas.
“A mi casa no dejan de llegar donaciones, desde el día del terremoto mi garaje no ha estado vacío”, afirma con ilusión. Karla por su experiencia y contactos logró servir a la comunidad manabita organizando a cientos de personas que se disponían a ayudar y direccionando miles de donaciones.