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Buena Vida
Katty Elisa: “No estoy para complacer a la gente, sino a Dios”
La excantante de Coctel y Kandela & Son habla de su historia de vida y el motivo que la llevó a alejarse de la fama y los escenarios.
Aunque han pasado casi tres décadas de que Coctel se coronara como el primer grupo femenino del Ecuador, una de sus integrantes, Katty Elisa Lamilla, aún se mantiene vigente. Actualmente es parte de Las Damas de Oro, un trío musical al que también pertenecen Mayensi Rivera y Lila Flores. Cuando no le está cantando al amor y desamor, Katty Elisa se dedica a la ayuda social y a componer canciones cristianas. Hace veinte años, por un llamado divino, decidió alejarse de la fama y guardar los shorts, blusas escotadas y las plataformas que cambió por ropa más cómoda que le permitiera ingresar a sitios peligrosos para predicar la palabra de Dios. Con varias pruebas de fuego que tuvo que pasar, entre ellas el haber sobrevivido a una trombosis, la cantante habló con DOMINGUERO de todo lo que significó su cambio de vida y las razones que la empujaron a tomar esa drástica decisión.
¿Cuántos años han pasado desde la Katty Elisa que salió de los grupos musicales Coctel y Kandela & Son hasta ahora?
Han pasado 26 años de carrera musical, desde los 18 que me inicié en Coctel.
¿Te has dedicado únicamente a la carrera musical?
Sí, solo dedicada a ella y como cristiana en lo musical también.
¿Cómo y por qué se da ese cambio tan radical de la tecno lambada a la música cristiana?
Sentí que me había entregado toda. Estaba como exprimida. Durante una gira con Kandela y Son, de repente en un show en Quito, no entendía lo que pasaba y empecé a llorar y a temblar, me llevaron a la habitación del hotel y yo seguía con la tembladera. No entendía nada...
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¿Esto pasó cuando estabas cantando en pleno concierto y ante muchas personas?
Sentí como que me cayó un fuego. Antes de eso yo ya había aceptado a Jesús en mi corazón y le había dicho al pastor qué Él -Jesús- sabrá cuándo me saca. No fue más. Seguí con mis contratos, todo normal, hasta que pasó lo sobrenatural en pleno escenario con las Kandela, la primera generación. Empecé a taparme y me pidieron que me vaya hacia atrás porque estaba dañando la coreografía, después la gente empezó a pedir el tema éxito que era ‘El murcielaguito’.
Y ese tema lo cantabas tú.
Exacto, entonces yo empecé a mover mis manos hacia el público diciéndoles que no y lloraba más. Me comenzaron a lanzar peluches y luego a corear mi nombre. Yo me bajé del escenario, le entregué el micrófono a Maggi Flores y me fui a la habitación, mientras me bañaba seguía llorando.
¿Cuál fue la reacción de la mánager Loly Ochoa al verte así?
Loly, obviamente, me preguntaba qué era lo que me pasa y me decía que por qué hacía eso. Yo le decía: ‘Si sintieras lo que yo siento, no me vas a entender, porque ni siquiera yo lo entiendo’. Me quedé dormida y cuando desperté, de un momento a otro, el corazón me empezó a latir rápido y escuché una voz fuerte que me dijo: ‘Ya no más, se acabó. Ahora cantarás para mí’.
Es tu testimonio de vida.
Entonces me quedé fría. Mucha gente me puede tildar de loca, pero es verdad, Dios habla. Ahí fue cuando hablé con Loly y le dije: ‘Hasta aquí nomás, me regreso, sigue con las chicas’. Desde ese día hasta ahora continúo con todas mis cosas. He salido del país y he representado a nivel Iberoamérica a Ecuador, a nivel cristiano.
Cuando dices me cansé de que me exprimieran, ¿a qué te refieres?
Me sentía como exprimida de lo interno, de lo vacía que me sentía, más no por los trajes o cosas. Con Coctel ya había recorrido todo el Ecuador, la fama fabulosa y extraordinaria, no me puedo quejar de eso. Kandela & Son tampoco me imaginé que iba a pasar en ese tiempo con tanta fama, porque la primera generación de ese grupo fue extraordinaria. Pasó lo mismo que Coctel, subió como la espuma, volvimos a recorrer Ecuador, algunos países cercanos y yo decía que ya, ya todo era lo mismo.
Nada te emocionaba, ¿te aburriste de lo mismo?
¡Exacto! Me decía ya di todo, ya qué más. Qué más hay. La música la llevo en la sangre, es mi vida. Subía, cantaba y después que bajaba del escenario terminaba todo. No tenía vida, todo el mundo quería estar por interés. Me invitaban a una reunión y me pedían que cante, entonces no se podía disfrutar bien. Mi carácter era tan fregado que Dios lo ha moldeado, he madurado, ya lo sé controlar, pero no dejo de ser estricta.
¿Qué hubo después del ya lo di todo? ¿Cantarle a Dios, ayudar al prójimo?
Eso fue lo más extraordinario que me pudo pasar. Desde el momento que acepto a Cristo en mi corazón siento que todo empieza a restaurarse y me sentí tan llena. Mi esposo me preguntó qué iba a hacer y decidí componer canciones cristianas. Le di gracias por llevarme a conocer algo diferente. Y caminar en paz. El poder dice que hay solución para un problema.