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La Fucsia pide apoyo económico a sus seguidores en este proceso.Archivo

La fucsia: “Estoy en un abismo”

El cáncer de tiroides le cambió su vida. Ahora pide ayuda para solventar su tratamiento.

“Me siento un poco triste. Estoy en un abismo, pero tengo mucha fe”, así inició la entrevista con EXTRA, Zully Guillén, más conocida como La Fucsia, quien lucha contra el cáncer de tiroides.

Todo comenzó cuando sintió que se ahogaba con una especie de flema. “Yo vi la muerte”, dijo Zully, y desde ese instante su vida cambió.

Su voz se va apagando. Ya no puede trabajar. Está empeorando hasta el punto de beber agua a cada instante para poder hablar.

Los ingresos económicos de la exparticipante de realities provenían de sus presentaciones y animaciones de eventos, los cuales ya no puede realizar.

El costoso tratamiento ha llevado a Zully a solicitar ayuda monetaria a través de sus redes sociales, por lo pronto necesitará dinero para la recuperación de la cirugía que deberá practicarse.

Reveló que le debe 1.000 dólares a su tía y los intereses del préstamo siguen aumentando. Pero está segura que sus seguidores le brindarán una mano en este proceso.

“Dios le da batallas a sus guerreras y la gente me dice que no me rinda con el cáncer”, dijo La Fucsia.

Aclaró que no fingía su voz para tener fama, sino que era el tumor en su garganta que en realidad lo provocaba.

Ahora ella se ríe de los comentarios que hicieron respecto a ese problema y asegura que nadie sabe lo que otro está pasando, pese a que sonría en medio del sufrimiento.

Zully aún recuerda su primera intervención quirúrgica realizada en diciembre a causa de ese tumor detectado en la tiroides, el cual pensó haberlo superado.

Luego de aquella operación en la que se lo extirparon acudió a una consulta médica y describió ese día como el peor de su vida.

El médico dudó mucho en decirle que el tumor tenía secuelas. “Tienes cáncer. Esas fueron las palabras que marcaron a La Fucsia”.

Tener que decirle a su familia y principalmente a su hija fue lo que más le costó. Su niña la abrazó fuerte y le dijo que aún debían jugar y que estaría mejor.

Su alegría y entusiasmo no los ha perdido pese a que sufrió de depresión pensando que podía morir.

“Cuando te dicen que padeces esta enfermedad piensas en todo lo terrible. Uno se llena de muchos pensamientos malos”, mencionó.