Familia
Primero madre y luego esposa...
‘Pararle más bola’ a tus niños que tu esposo puede causarte ‘pitos’ con tu pareja. Esta actitud no solo daña la relación, también puede hacer sentir a los chicos culpables de los conflictos

Dormir frecuentemente con tus hijos sea en tu cama o en la de ellos... puede causar roces con tu cónyuge. Cada uno debe de tener su espacio, es lo más sano.
El amor ciego por lo general se lo asocia con la pareja, pero este también puede darse con los hijos. Y es más común que se desarrolle en las madres que en los padres.
Entonces... ¿Primero se es madre y luego esposa o viceversa? “Lo correcto es que sea cónyuge y después progenitora, porque los hijos en determinada edad se van, es una ley natural, y quien comparte toda una vida hasta el final es la pareja. Esto no quiere decir que se descuide a los hijos, sino que de manera simultánea cumpla ambos roles, distinguiendo en qué momento dar la prioridad a uno u otro”, indica la psicóloga educativa Génesis Crespín.
Las madres que centran su vida en su descendencia suelen ser sobreprotectoras. Son aquellas que necesitan tener el control de la vida de sus hijos, teniendo la falsa creencia de que son su propiedad y sus acciones se convierten en un arma de doble filo, perjudicando emocional y psicológicamente a toda la familia, limitando las capacidades de independencia y resolución de conflictos de los menores, quienes se convertirían en seres egocéntricos, egoístas, que no saben compartir ni dar. Y no todas las personas lo tratarán de igual manera que en su hogar, por lo que sufrirá mucho a futuro”, manifiesta la psicóloga clínica y doctora Marlene Pérez.
Esa falta de interés del otro sobre su pareja puede generarle problemas de comunicación, de convivencia, disfunciones sexuales, monotonía e infidelidad, hasta la separación, sostiene Pérez.
Contrapunto
¿‘Chance’ para los ‘cachos’?
Prestarle más atención a los chicos y no al esposo puede hacer que él busque afuera lo que no encuentra dentro de casa... “Sí, podría ser un factor que se presente por los constantes conflictos, no haber tenido una conversación con la pareja para llegar a un acuerdo”, opina Crespín.
Sin embargo, Pérez considera que nada justifica la infidelidad. Las personas infieles lo son, aunque se les brinde la atención requerida. “Pero no es menos cierto que el descuido hace que la pareja mire hacia otras direcciones y que busque en otras personas cubrir sus necesidades no satisfechas en el hogar”, puntualiza.
“Ella puede volcar toda la atención hacia el hijo porque talvez este tuvo algún accidente; a lo mejor tiene problemas para fijar niveles de prioridades, etcétera"

“El equilibrio está en valorar a la pareja, querer a los hijos y hallar tiempo para nosotras, eso es lo esencial para mantener un matrimonio saludable y una familia feliz”.