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Buena Vida
María Auxiliadora, Madre que da auxilio del cielo
Esta es una devoción que data de hace varios siglos, pero con el sacerdote Juan Bosco se extendió
La Virgen María vestida de traje rosado y manto azul, coronada, sosteniendo a su niño en el brazo izquierdo, es la representación de fe ante la cual miles de cristianos aclaman porque la consideran “su auxiliadora del cielo”.
Así, llegó la devoción que fomentara el sacerdote Juan Bosco desde Italia, donde se levantó la basílica de María Auxiliadora, conocida como la Iglesia Madre de la organización salesiana.
Después de 1910, sobre la avenida Domingo Comín, entre el barrio del Centenario y el barrio Cuba, en el sur de la ciudad de Guayaquil, cuando empezó a construirse el Colegio Cristóbal Colón, se edificó la sede de esta devoción mariana en la urbe porteña, su santuario.
Ingresando por el Paseo Salesiano, una efigie de la Virgen es el centro de la Plaza del Rosario.
Desde este templo, el primer sábado de cada mes había la procesión para el rosario de la aurora, al amanecer; y las procesiones por las calles cada 24 de mayo para agradecer a la que brinda auxilio desde el cielo.
Cumpliendo los protocolos, poco a poco se están habilitando las actividades en la casa de oración guayaquileña, centro de fe y escenario para recibir los sacramentos y así vuelven a revivirse la fe en la Madre celestial que nos da su auxilio. (IC)
Adoración de primeros creyentes
Los primeros creyentes de Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Atenas, Alejandría ya llamaban a la Virgen María como su ‘auxiliadora’. Pero fue en el año 345 cuando San Juan Crisóstomo, en Constantinopla, la nombró así: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”.
También la consideraron como que ella dio la ayuda divina durante las confrontaciones de Lepanto (1571) y Viena (1683).
Su festividad, una promesa
En julio de 1809, el emperador francés Napoleón Bonaparte ordenó apresar al papa Pío VII. En el encierro, el pontífice clamó a la Virgen: “Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretando una nueva fiesta”.
Poco después el sacerdote fue liberado, retornando el 24 de mayo de 1814 a la Santa Sede. Entonces dispuso celebrar la festividad de María Auxiliadora.
