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Buena Vida

Paola Pabón: “Estoy en el lado correcto de la historia”

Amante de su familia, la lectura, bailar salsa y comer cuy, la reelegida prefecta de Quito demostró que no es tan brava como la pintan

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La Prefecta es considerada una mujer de carácter fuerte.Karina Defas

S u vida podría ser una canción de Lolita de la Colina o de José Luis Perales. Ha pasado por diversas pruebas, de las cuales ha sabido salir invicta.

Paola Pabón tiene fama de ‘brava’, de no andarse por las ramas y de ser una mujer de convicciones arraigadas. Hubo preguntas que permitieron develar varias curiosidades de la reelegida prefecta de Pichincha y expusieron su lado más amable y distendido.

¿Su vida podría ser una canción de Lupita D’Alessio?

(Risas) No, para nada. Prefiero que sea la de alguien más actual. Puede ser Shakira.

¿Y factura o no factura?

Las mujeres ahora facturamos.

Lo que sí sé es que una ‘workaholic’ y duerme poco.

Son jornadas largas. Esta es una provincia grande. Pichincha tiene ocho cantones, cincuenta y tres parroquias rurales y por lo tanto hay que caminar. Si no lo haces, no la conoces y no la sientes.

Siendo de territorio, asumo que lo pisa como leona y deja su marca.

(Risas) Sí, piso fuerte.

Cuando les comenté a varios colegas que iba a entrevistarla, me dijeron que tenga cuidado, que usted es brava.

(Sonríe) Mira, hay un estigma muy fuerte respecto a si soy brava y muy dura, pero tengo la ternura que poseemos todas las mujeres y esa ternura está en la gestión.

Entonces es una mujer dulce como una melcocha.

Mmmm, no tanto.

Entonces no me equivoqué.

“Lo más injusto fue la cárcel. Privarme de mi libertad y causar dolor a mi familia, robándole la alegría. El daño colateral es lo que más indigna”.

Lo que pasa es que la melcocha es medio escurridiza, prefiero ser firme.

Y así ha sido desde chiquita.

Siempre fui firme en mis convicciones. Yo estudié en la educación pública y desde ahí te mides en todos los niveles. Estoy muy contenta de lo que he logrado. Hemos llegado lejos y cumplimos una meta.

Además de la política, sé que tiene otras pasiones.

Me gusta mucho la lectura, leo bastante. También escucho música de todos los géneros, desde las viejitas, las de mi época y las actuales. Bailo también salsa.

¿Ha bailado en la política?

Pese a los momentos duros y difíciles que tuvo la Revolución Ciudadana y siete años de persecución, estoy aquí, en el lado correcto de la historia.

¿Es cierto que su novio no es revolucionario?

(Risas) Mi novio es un revolucionario de mi corazón y la patria grande.

Es una mujer que ama hasta la raíz.

Así es, como Natalia Lafourcade.

¿Ángel de luz?

Mi pasillo favorito, de Benítez y Valencia.

Hablando de luz, ¿es cierto que en alguna ocasión casi le cae un poste encima?

(Risas) Por poco me cae un poste y una pared. Fue en el terremoto del 2016. Yo estaba en Bahía de Caráquez, al pie del puente Los Caras, al que no le pasó nada. Fui la primera en cruzarlo luego de la catástrofe.

¿Ante qué se quiebra?

Ante el dolor de la gente.

Con usted sucede algo curioso. Me dicen que en vez de estresarse, se desestresa cuando está en campaña.

Si no estoy en territorio, me estreso. Me agrada recorrer, conversar con la gente y la ruralidad.

Hablando de eso, ¿es verdad que lo que la gente más le regala es cuyes y que los guarda en su casa?

(Risas) Cualquiera que te escuche creerá que soy una mujer rara. Quien te pasó ese chisme lo hizo adecuadamente. Se corrió la voz de que a mí me gusta el cuy. Tengo que decirte que cuando llegan a mí, ya están asados y fritos, condimentados. Pero es cierto, si abres mi congelador y refrigerador los encontrarás. Un cuy con papas es rico.

¿A quién asaría como un cuy si tuviera chance?

A quienes no cumplen sus promesas y tienen este país abandonado.

¿Le fascina que la abracen?

Sí, el amor es una fuerza poderosa que cabe en todo y en la transformación de un país.

¿Me dicen que así se le va la migraña?

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(Risas) Sí, con muchos abrazos y con Imigran.

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“Lo más vergonzoso (que me ha pasado) fue durante una fiesta popular en la parroquia La Merced: en un baile, (un diablo) me quiso cargar, pero estaba subidita de peso y casi me caigo”.

“Lo más increíble que me pasó fue haberme desprendido del poder cuando tenía que hacerlo, cuando dejé el gobierno de Moreno y me dije: ‘Este poder no lo quiero, este poder no sirve’. Eso me dio una fuerza poderosa”.

“Los humos deben quedarse en los pies, evitar que se suban a la cabeza. Eso lo consigues cuando tu trabajo está en la calle y estás conectado con la gente y una comunidad. El triunfo hay que administrarlo con responsabilidad”.

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¿Raíces?

Imbabureñas.

¿Tortillas de papa con carne colorada?

De los platos que puedo cocinar, es una receta que le gusta a mi mamá.

¿Mujer de lazos?

Ni lazos, ni zapatos rojos.

¿Viajar?

Me encanta.

¿A qué sitio vuelve?

Al Chocó Andino.

¿Padres?

Maravillosos.

¿Priscilla?

Mi hermana, mi gran compañera.

¿Jacobo?

Mi sobrino. Un regalo maravilloso.

¿Fausto Cayambe?

Un hombre maravilloso. Siempre nos hace falta.

¿‘El Chinchinal’?

Era su canción favorita, me quiebro cuando la escucho.

¿Su mejor obra?

Warmi. Ha salvado vidas. También se han hecho carreteras, viviendas, (instalado) luz eléctrica y agua potable. Pero Warmi tiene un significado especial.

¿Qué le asusta?

Cuando me privaron de la libertad me quitaron todos los miedos.