Buena Vida
¿Te tatuarías pecas falsas en la cara?
Esta extraña práctica se suma a las tendencias de retoques faciales.
La demanda de cirugía estética ha aumentado significativamente en el país desde su aparición en los años 80.
La búsqueda por la perfección estética es algo que ha obsesionado a muchos desde hace décadas. Y, aunque sigue latente, ha cambiado de rumbo.
Hoy, una de las nuevas tendencias es tener pecas. Pero por esa aspiración, quienes no nacieron con este rasgo, recurren a una nueva práctica: tatuárselas. Así que, si en el pasado, tener estas manchas en el rostro, te causó algún tipo de complejo, relájate, en países como Canadá y Australia hay quienes pagan para recrearlas.
Esta nueva práctica ha sido denominada ‘freckling’ y, al parecer, fue descubierta por la tatuadora cosmética canadiense Gabrielle Rainbow. Según el portal RT, la joven residente de Montreal contó que todo surgió cuando una amiga le pidió que le tatuara unas pecas porque ya estaba cansada de hacérselas con lápiz de maquillaje.
El tipo de tatuaje que realiza Rainbow es semipermanente y tiene un costo mínimo de 250 dólares. La sesión puede variar, pero generalmente no sobrepasa una hora. Al no ser un tatuaje definitivo, los resultados pueden durar hasta tres años.
Otra forma de modificar el cuerpo con algún fin estético, recae sobre los adorables hoyuelos de las mejillas. Este rasgo facial normalmente se hereda genéticamente. Sin embargo, aquellos que no nacieron con ellos, han logrado imitar su aspecto con métodos sencillos que incluyen maquillaje.
Algunos buscan soluciones más drásticas e inmediatas, como la dimpleplastia. ¿Y eso cómo se come? Consiste en coser la piel de la cara en forma circular para dar forma a un agujero artificial en las mejillas.
Se cree que las personas con hoyuelos, poseen ciertas cualidades que les hace más interesantes y seguros de sí mismos. Y especialmente, si consideras que una sonrisa puede marcar la diferencia, este rasgo seguramente contribuirá.
Y aunque hoy en día la ciencia permite que las cirugías sean cada vez menos invasivas, este procedimiento ‘quirúrgico’ no es nada nuevo. En 1936, Isabel Gilbert se obsesionó con tener las mejillas agujeradas y fabricó una máquina que tensa los músculos de la cara para embellecer las mejillas.