¿El miedo puede ser ‘contagioso’?

Como si fuera algo contagioso, el miedo puede esparcirse rápidamente entre la multitud. Desesperación, caos y muchos problemas, son palabras que perfectamente describen la sensación que experimentan quienes se ven envueltos en un episodio de pánico colectivo.

Sí, el miedo se puede ‘transmitir’ y no solo a una persona. La mente puede ser más convincente que cualquier prueba física, y de hecho, su especialidad es gobernar tus acciones. Para muestra solo basta un botón, y mencionar lo que sucedió con Radio Quito por la década de los cuarenta es un ejemplo perfecto.

En esa ocasión solo bastaba encender la radio para escuchar la noticia de una invasión extraterrestre, con platillos voladores y rayos láser incluidos. Para la época esa adaptación de La Guerra de los Mundos del escritor inglés H. G. Wells bastó para desatar el pánico en los quiteños porque la creyeron completamente, y luego —al enterarse de que los marcianos en realidad no se encontraban en Quito— destruyeron el edificio de la radio.

Sentir miedo es algo innato del ser humano. Desde la prehistoria, cuando el temor por ser devorado llevaba al hombre a inventar estrategias para mantenerse seguro; hasta ahora que por precaución evitas que sacar tu celular en la calle. El miedo siempre ha estado presente.

Según indica Juan Antonio Barrera de Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco en México, esto no es más que una “emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano”.

Cuando estos temores ‘evolucionan’ llega el pánico, que según la Real Academia Española es el miedo extremado o del terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso.

¿Cómo se tramite el miedo?

Dejarse arrastrar por el pánico es algo inconsciente y todo se lo debes a tus malas experiencias. Por ejemplo si vas que un grupo de personas corre, y existe un estímulo lo suficientemente fuerte, tú también lo harás.

El filósofo francés Jean Pierre Dupuy, en su trabajo “El pánico” sostiene que las sociedades se mantienen unidas por un lazo invisible, algo parecido a un inconsciente colectivo, que cuando se ve alterado provoca una reacción.

La vida cotidiana es lo que te lleva a estar atento a todos los cambios. Si tu vecina pone un candado en la puerta puede ser para evitar un robo, o si el señor de la esquina empieza a subir el precio de sus productos, ya sabes que es hora de comenzar a ahorrar. Todas estas señales te afectan en menor medida, pero ahí se refleja ese vínculo invisible.

La escritora Susana Rotker propuso ‘leer el miedo’ con todas sus variantes. Así como puede desarrollarse un miedo colectivo por un temblor, también puede desarrollarse por situaciones como la inseguridad. Cuando sabes que un sector es habitado por los ‘amigos de lo ajeno’ es más fácil caer presa del pánico y ante cualquier estímulo se desata una reacción en cadena. Aquí también entran los estereotipos, los imaginarios y muchas otras cosas que fueron implantadas en tu mente con el pasar de los años.

Qué no cunda el pánico

Aunque no sea fácil hay que darse dos minutos, respirar y pensar. En verdaderos casos de emergencia o en casos donde el miedo es infundado huir solo te pondrá en riesgo. Estas son algunas condiciones para que crezca el pánico:

- Que exista un gran número de personas.

- La escasez de salidas o vías de evacuación

- Que los individuos estén en contacto unos con otros.

- Para que se dé una conducta de pánico es necesario que exista la posibilidad de escapar y la de quedarse atrapado.