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Cacofobia: ¡el miedo irracional a la gente fea!
“Suelo puntuar a la gente del 1 al 10; si son menos de un 6, no puedo mirarlos. Me produce un cosquilleo incómodo, como un sarpullido. Si son un 2 o un 3, me encuentro mal. Tengo que salir de ahí”, cuenta un sujeto con esta condición.
De las decenas de fobias conocidas por la psicología hasta el momento, una bastante inusual tiene que ver con un miedo irracional hacia las personas feas. ‘Richard’ (nombre protegido), un ciudadano español de 45 años, se autodiagnosticó como cacófobo.
Entrevistado por el sitio web Vice, contó cómo es vivir con esta condición y hacer cosas tan simples como utilizar el transporte público. “Cuando me subo al tren, tengo que seguir andando (a veces hasta tres vagones) hasta que encuentro gente guapa. No puedo sentarme al lado de una persona fea. No puedo ni estar cerca de ellas. Prefiero ir de pie todo el viaje; me he pasado varios trayectos de pie. Suelo puntuar a la gente del 1 al 10; si son menos de un 6, no puedo mirarlos. Me produce un cosquilleo incómodo, como un sarpullido. Si son un 2 o un 3, me encuentro mal. Tengo que salir de ahí”.
La psicóloga y consejera estudiantil Geovanna Torres explica que, además, los pacientes pueden presentar una sudoración excesiva y, dependiendo de cada persona, pueden empezar a gritar, también. “Otras, simplemente, prefieren alejarse, se pueden presentar diferentes casos”. La especialista, además, dice que hay otras derivaciones, como la ‘cacomorfobia’, que es el miedo grave a las personas gordas.
Además del mal aspecto, Richard también relató que no soporta las personas con mal olor. “Una vez en un vuelo, el pasajero del asiento de al lado olía como si hubiera estado cavando zanjas durante una semana sin cambiarse de ropa. Le pregunté si era alérgico al desodorante. Me respondió que no y le dije: ‘¿quieres que te preste el mío?’. No le sentó muy bien. Dijo que no y no me dio las gracias (...) No sabía si ponerme los auriculares para ver una película o si metérmelos en la nariz”.
Hoy, Richard está casado y tiene hijos. Califica a su esposa como ‘preciosa’ y dice que sus descendientes no heredaron la cacofobia, pero que sí ‘puntúan’ a la gente. “Cuando vamos en el coche, ponen nota a todos los que pasan por nuestro lado, especialmente mi hijo mayor”.
Reconoce que si uno de sus hijos saliera con una novia fea, le significaría un problema ‘enorme’, aunque confía en el buen gusto de ellos. Sobre sus amistades, Richard cuenta que sus amigos son bastante parecidos a él e, incluso, algunos están al límite de ser cacófobos, también.
“Una vez estábamos en un bar que tiene estríperes. Uno de ellos no le dio dinero a una bailarina y le dijo ‘no eres lo suficientemente atractiva’. Le dije: ‘Solo es un dólar’ y él le dijo a la chica: ‘No te lo mereces’. Me sentí muy mal por ella. Le di un billete de $ 10 y le dije que se lo debería gastar en un maquillaje decente”.
¿Tiene algún tipo de tratamiento esta fobia? Según Torres, debe trabajar el tema cognitivo: “poder conversar, llevarlos a la reflexión, para que la persona vaya asumiendo el problema. Todas las fobias tienen su proceso terapéutico, que no es algo tan grave, pero siempre hay que llevarlos al inconsciente, porque desde ahí actúan, sin pensar las cosas”.