Las mascotas comunitarias quieren ganarse su espacio

Un collar amarillo será el distintivo de las mascotas comunitarias en la ciudad de Riobamba.

Para quienes aman a los animales pero no pueden tener mascotas en casa de seguro esta opción les resultará interesante. No se trata de adoptar a un perro callejero, más bien es cuidar a esos compañeros silenciosos que siempre rondan por el barrio, que todos los vecinos conocen y que forman parte del día a día.

Las personas que inscriban al animal como su mascota comunitaria deberán velar por su bienestar, darle comida y algunos cuidados básicos. Eliana Janeta, integrante de la agrupación animalista, Riobamba Capital Animal, contó a EXTRA que la iniciativa de los collares amarillos nace para evitar que las autoridades retiren a estos animales y los lleven al refugio municipal, Criar.

La animalistas defienden la idea de que los perros se asientan en un sector por largo tiempo y lo tienen como su territorio definido, por esa razón llevarlos a un nuevo entorno podría resultar contraproducente. “Sería como sacarlos de su casa y aunque no tengan un hogar, ellos ya viven en el barrio y reciben amor de los vecinos”, comentó Janeta.

Ladra Riobamba, Salvando Patitas y Riobamba Ciudad Animal se unieron para plantear esta campaña de identificación de las mascotas comunitarias, ahora esperan el apoyo de la ciudadanía.

¿Cómo registro una mascota comunitaria?

Las personas que están dispuestas a colaborar con el cuidado de los perros deben escribir a la página de Riobamba Capital Animal. Posteriormente la persona que se hará responsable del can debe llenar una ficha en donde se detallan las características de la mascota y los datos del cuidador.

Eliana Janeta aclara que actualmente su agrupación se encarga de sensibilizar a la ciudadanía con charlas y foros sobre cuidado animal, pero que en el futuro esperan realizar campañas de esterilización.

En Riobamba se han registrado casos de maltrato animal como en 2015, cuando una mujer quemó con aceite hirviendo a un perro callejero que yacía frente a su local. La mujer fue sentenciada a 3 días de trabajo comunitario.