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Diario Extra Ecuador

Buena Vida

¿Tacaño o ahorrador? Estas son las diferencias

Tres expertos nos ayudan a aclarar en qué se distinguen los roñosos de los ahorrativos.

Referencial. Ahorrar no es lo mismo que dejar de cubrir las necesidades básicas por guardar dinero.

Referencial. Ahorrar no es lo mismo que dejar de cubrir las necesidades básicas por guardar dinero.Pixabay

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“Qué tacaño eres” o “Qué bueno que ahorres para tu futuro”, son frases que se escuchan con frecuencia. Pero muchos no diferencian entre ser ‘roñoso’ y ser ahorrativo.

Según expertos, existe una delgada línea entre el ahorro y la tacañería. Si no se saben manejar aquellos comportamientos, los excesos puede generar problemas en corto tiempo.

El psicólogo Christian Vaca aclara las diferencias. Los roñosos suelen formarse por un factor principal: la carencia que la persona haya tenido en su pasado (a nivel económico, de educación, o incluso de parte de sus padres). Pero también está asociado a factores culturales, explica. Además, menciona que con el tiempo quienes encajan en este grupo van adquiriendo ciertas personalidades, que podrían convertirse en trastornos.

Vaca afirma que al tacaño se lo reconoce fácilmente, porque se trata de alguien a quien no le gusta gastar por nada su dinero y no quiere compartirlo con la pareja o seres queridos, lo que podría ocasionar conductas maniáticas. “Estas personas reducen sus gastos y eligen siempre lo más barato, a pesar de mantener estabilidad económica”, dice.

Por otro lado, el director del Centro de Terapia Familiar en Quito, Pablo García menciona que el tacaño tiene un patrón de temor y por ese motivo guarda dinero de forma excesiva y se exime de todo. Concuerda con que la formación desde una edad temprana influye en cómo sea esta persona con su alrededor. Es decir, si no ha compartido (cosas, comida, ropa o dinero) con alguien, ya sea por ser hijo único o por consentimiento de padres, jamás comprenderá su significado. A eso, Vaca acota que los tacaños se construyen con el tiempo y piensan que las necesidades solo las conciben y tienen ellos: en pocas palabras, que el mundo gira alrededor de sus beneficios y comodidades.

Por otro lado, el economista Guido Macas habla de estos perfiles desde el punto de vista económico: “La persona tacaña no quiere gastar nada, más bien todo lo que posee lo conserva”. Él dice que la persona que padece de esta conducta quiere que corran por sus gastos. El roñoso —asegura— anhela muchas cosas pero sin que le cueste ni toquen su bolsillo. Para los mezquinos, la gratuidad sea su mejor aliada.

En cambio, a un ahorrador se lo identifica por una norma general ya que piensa en su futuro, según el economista. Siempre destina un 30% de sus ingresos para este acto. La persona que tiene deseo de progresar y adquirir bienes está consciente de los gastos básicos y pequeños lujos momentáneos que debe darse, pero jamás olvida guardar una parte de su sueldo para tener comodidad en un tiempo estimado. “El ahorrador destina valores generales (diversión, comida, ropa, entre cosas), que lo transforma en disciplinado en sus gastos”, opina.

Con esto concuerda Vaca, quien dice que cuando la persona crea un patrón para destinar la cantidad necesaria a sus ahorros es porque premedita su inversión. Además, este tipo de personas no han tenido grandes lujos o comodidades y sus mentores —en este caso padres o familia— les han inculcado el deseo de crecer y mejorar su calidad de vida. Es decir, la característica esencial de alguien ahorrador es tener ‘un plan a futuro’.

También menciona que existen religiones que promueven el ahorro y condenan el consumismo, lo que tiene gran influencia para aquellas personas que cruzan la delgada línea de ahorrar con prudencia o excederse a no solventar sus necesidades básicas. Por eso Guido Macas sugiere que para que el ahorro sea más práctico y se convierta en hábito, lo mejor sería ir guardando por día $1.

Por último, García acota que todo tiene su punto de equilibrio. “Todo depende la necesidad de la persona”, afirma. Se debe proporcionar el dinero de acuerdo a tus intereses, de ese modo ahorras, pero el panorama cambia cuando no se quiere gastar en nada (no se disfruta ni se goza), mientras que la sociedad se concede sus propios deseos.

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