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En las aulas de la 'Poli' empezó el sueño del montañismo
El Club de Andinismo Politécnico festejó sus 58 años de creación. Iván Vallejo destacó la labor del grupo en el crecimiento de este deporte.
Cuando en Ecuador todavía se contaban algunas rutas ´virgenes´ en las montañas, se fundó en la capital el Club de Andinismo Politécnico (CAP). Fue en 1967 gracias a un cuarteto de estudiantes de la Escuela Politécnica Nacional, quienes abrieron el camino a las nuevas generaciones para consolidar esta práctica dentro del ámbito del deporte aficionado del país.
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En el marco de una velada de celebración por los 58 años de fundación del club, Ramiro Sáenz recordó la primera reunión en el aula magna de la facultad de ingeniería eléctrica, donde él, junto a Adolfo Holguín, Santiago Rivadeneira y Nicolás Dueñas, iniciaron el sueño de ir en busca de las cumbres blancas que tanto impresionaban.
"Sin ninguna agenda, nosotros dimos los pasos para crear algo que nunca avizoramos. No podíamos darnos cuenta de la gran trayectoria y el gran evento que esto representaba para la Politécnica, para Ecuador y su andinismo", dijo, emocionado, en medio del acto de aniversario.
Desde el inicio, el grupo se caracterizó por ir logrando rutas inéditas y conquistar cumbres las primeras veces en una época en donde todavía no había un amplio registro de ascensos y los implementos apenas se conseguían, pues habitualmente llegaban a través de montañistas provenientes de Europa, a quienes debían pedirles que vendan su equipo antes de marcharse.

El geólogo Bernardo Beate, uno de los primeros miembros del club, recuerda especialmente su primer intento al Chimborazo: "Llegué a la cumbre en mi primera vez. Esa expedición era, por ejemplo, el décimo tercer intento de Santiago (uno de los fundadores) y yo en la primera lo logré, entonces con el Chimborazo en el bolsillo, dije ´ya listo´".
Hoy, a sus 75 años y ya retirado de las rutas, no puede evitar enlazar su historia con la primera ilusión de un ascenso que guarda en su memoria: "La montaña me empezó a gustar desde guagua, mi primera expedición fue a los cinco años, ahí en San Roque, donde me crié, había una ladera larga hasta El Placer. Cogí una mochila, metí un poco de agua, algo de comer y le fui llevando al ´Pepé´, que era un muñeco de trapo que me hizo mi mamá".
La montaña sirvió de consuelo
El amor por las montañas es algo inexplicable, coinciden los andinistas de la ´Poli´ y cada uno cuenta su propia historia, algunas más conmovedoras, como la de Cecilia Sáenz, que empezó en 1975 por amor, pero en medio del dolor: "Yo tenía un novio que también era andinista y él falleció en el Cayambe en un accidente, entonces eso me unió más sentimentalmente. Yo ingresé al club después de ese suceso y mis compañeros fueron un soporte impresionante, por eso tengo esta unión tan fuerte con ellos".
Al aniversario llegó sonriente y no dejó de demostrar su alegría al juntarse con sus amigos de toda la vida, con quienes se siente unida gracias a la montaña. La mujer se complace al notar la presencia, cada vez más, de mujeres en el club, pues recuerda que cuando ella llegó eran apenas dos, y más adelante se incorporaron otro par. "Yo trato de venir todos los años a estos festejos y es un gusto verles. Hoy, de hecho, vi siete nuevas chicas, eso me enorgullece y me parece lindísimo que no haya los prejuicios que antes había en la sociedad", dijo.
INVITADO DE LUJO
Entre el público, uno de los flamantes invitados fue Iván Vallejo, reconocido por llevar el andinismo ecuatoriano a fama mundial al haber coronado las catorce montañas de más de ochomil metros sin oxígeno complementario, siendo el primer ecuatoriano en conseguirlo y el séptimo del planeta.
"El CAP es parte de mi vida, tengo un recuerdo extraordinario por todos los compañeros que conocí y los recorridos de montaña que hicimos, al igual que una gran amistad. Tuve la suerte de encontrarme con chicos que teníamos la misma ilusión, ganas, esa fuerza y compromiso de hacer cosas distintas y subir montañas. Pasé unos años extraordinarios aquí en el club", destacó el andinista.
Vallejó se incorporó al club en 1980, cuando cursaba su tercer año universitario y fue allí donde retomó su pasión tras pasar dos años en pausa por la alta demanda de los estudios. En el CAP encontró retos mayores y se inspiró para grandes objetivos de una una pasión por las montañas que había iniciado a sus doce, cuando trepó el Iliniza Norte motivado por una admiración absoluta a la montaña, que, según relata, nadie le enseñó, "se lleva en los genes".
El reconocido montañista, entre foto y foto que le solicitaban, agradeció el hecho de que su nombre sirva de ejemplo, tal y como le manifestaron muchos jóvenes andinistas en el evento. "Yo considero que es un regalo bellísimo poder ser inspiración para montañistas del país", manifestó, agradecido.
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