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Barcelona SC y una promesa rota: el viaje que cambió todo en el Clásico
De Manta al Monumental: la emotiva travesía de Anthony y Arely para ver a Barcelona SC
Anthony y Arely Franco, hermanos oriundos de Manta, emprendieron su viaje a Guayaquil antes de que el sol despuntara. Salieron cuando la ciudad todavía dormía, cargando más que mochilas: llevaban consigo dos décadas de ilusión. Por primera vez en sus vidas, iban a pisar el estadio Monumental Banco Pichincha, la casa de Barcelona SC, el templo que tantas veces vieron solo por televisión.
La emoción se respiraba en el aire, se le notaba en los ojos, en la voz temblorosa de Anthony, que sostenía con fuerza una bandera amarilla.
—Es más grande de lo que imaginaba… es hermoso. Toda mi vida soñé con estar aquí —dijo, antes de que el nudo en la garganta le impidiera continuar—. Mi papá siempre prometía traernos, pero nunca cumplió. Nos engañó.
La previa del Clásico del Astillero
Y aunque la promesa paterna quedó en el aire, Anthony decidió cumplirla por su cuenta. Ya de adulto, convirtió esa vieja deuda en una experiencia real. Cruzó el país para ver el Clásico del Astillero desde las gradas, y lo hizo junto a su hermana.
Arely no quería perderse nada. Quiso vivir el fútbol con todos los sentidos: buscó, preguntó, y encontró el popular "guatallarín", una mezcla deliciosa de guatita y tallarín que se sirve en los exteriores del estadio.
—Tenía que probarlo. Esto no es solo fútbol, es cultura, es fiesta —dijo entre risas, mientras saboreaba el plato típico con la misma alegría con la que cantaba desde las gradas.
Porque sí, el Clásico fue más que un partido. Fue una postal viva del Ecuador futbolero, un reencuentro con esas pequeñas historias que construyen la grandeza del deporte. Historias que no salen en la alineación oficial, pero que laten con fuerza en cada tribuna, en cada calle, en cada corazón.