Tuvieron que pasar 76 días, dos entrenadores y toneladas de tensión para que Barcelona SC vuelva a sonreír en su casa. Desde aquel 18 de mayo, cuando venció 2-0 a Emelec, no ganaba en el estadio Monumental. Pero este sábado 2 de agosto, frente a Orense, se acabó la pesadilla y volvió la fiesta. Y lo mejor: la victoria fue clara, con autoridad y desde los primeros minutos.

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Ismael Rescalvo ya sabe lo que es ganar de local con los amarillos. Lo hizo con un 2-0 que trae oxígeno, fe y puntos.

Antes del pitazo inicial, se guardó un minuto de silencio por Pepe Paes, exjugador torero de los años 70 y 80, quien falleció a los 79 años. El homenaje fue breve, pero emotivo. Luego, el balón rodó… y Barcelona salió con los dientes apretados.

Valiente marcó con Barcelona

Barcelona es una novela de drama y suspenso. Siempre al límite, siempre con el corazón en la mano. Al minuto 15 llegó la primera escena digna de película: Gustavo Vallecilla robó una pelota en campo rival y metió un pase filtrado para Janner Corozo, quien levantó un centro ante tres defensas.

Desde atrás, como un tren sin frenos, apareció Joaquín Valiente y metió la cabeza sin miedo, pese a que un rival casi le vuela el cuello con una patada. El balón fue a la red. Gritó gol. Pero el juez de línea levantó la bandera. Drama. Suspenso. VAR.

Valiente no entendía nada. Rescalvo hablaba con su hermano Juan. La gente se mordía las uñas. Hasta que el árbitro principal confirmó: era gol válido.

El uruguayo se abrazó con todos, y con él, Barcelona rompió su sequía. Rescalvo, que venía cargando la presión, se quitó un peso de encima. Las tribunas —aunque con poco público— vibraron con un grito contenido por semanas.

Uno más y a respirar

Barcelona supo que tenía que liquidar pronto. Al minuto 33, Octavio Rivero metió un pase quirúrgico para Corozo, quien encaró y fue derribado dentro del área. Penal claro. El mismo Corozo lo cobró con frialdad: 2-0 y más tranquilidad.

Con el marcador a favor, el equipo se asentó mejor. La hinchada celebraba como si se sacudiera de encima semanas de frustración. Sin embargo, no todo fue perfecto: al final del primer tiempo, Rivero salió lesionado y fue reemplazado por Miguel Parrales. Otra baja más en un equipo que necesita piernas y calma.

En la segunda parte, los amarillos buscaron el tercero, pero no llegó. Igual, ya era suficiente.

Obligados a ganar

Este triunfo no fue solo anímico. Era necesario. Vital. Obligatorio.

Orense es un rival directo en la pelea por ingresar al hexagonal final. Con este resultado, Barcelona suma 41 puntos y supera a Orense, que se queda con 37.

Rescalvo respira. Los jugadores celebran. Y la hinchada se ilusiona: su Barcelona, al fin, volvió a ganar en casa. Porque hay partidos que se ganan con fútbol… y otros con corazón. Este tuvo de los dos.

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