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Luego de los incidentes Pablo Pérez tuvo que ponerse un parche para proteger su ojo.Agencias

Una final postergada y con futbolistas heridos

Boca y River jugarían la final de la Libertadores este domingo, pero eso no sucedió. Estos son los detalles de lo que dijo el médico que examinó a los jugadores de Boca más afectados tras el ataque.

El partido de la vuelta de la final de la Copa Libertadores entre River Plate y Boca Juniors, que se pospuso del sábado para el domingo 25 de noviembre por la agresión al autobús del Xeneize y luego se postergó con fecha indefinida, tuvo como protagonista excluyente a la violencia, que una vez más estuvo presente en el fútbol argentino.

Lo que comenzó como una fiesta pudo terminar en tragedia.

Cientos de miles de hinchas de River Plate aguardaban la apertura de puertas del estadio Monumental. Los simpatizantes ingresaban entre cánticos de aliento y alegría, pero todo cambió cerca de las 15:30, cuando el autobús con los jugadores de Boca Juniors fue llevado por una esquina en la que estaban seguidores de River Plate, muchos de los cuales rompieron los vidrios con piedras y botellas.

La policía arrojó gases lacrimógenos para dispersar a los agresores, pero estos afectaron también a los jugadores que, al llegar al estadio, tuvieron vómitos y los ojos enrojecidos.

De ese episodio quedaron heridos, especialmente, dos jugadores de Boca con un diagnóstico que deja atónito a cualquiera: Pablo Pérez con una “erosión conjuntival inferior y un leve edema corneal” y Gonzalo Lamardo, quien presentó “una erosión corneal paracentral”. Así lo confirmó Alejandro Weremczuk, oftalmólogo que atendió la emergencia.

Estos detalles fueron revelados en una entrevista entre el especialista y radio Mitre, según lo recoge el diario argentino El Clarín.

La explicación de este diagnóstico ayuda a tener una idea de lo fuerte de este enfrentamiento al que nadie llamó. Sobre Pérez, el oftalmólogo también agregó que tuvo una “disminución de la agudeza visual de importancia”. A ambos jugadores los recuerda a su llegada al centro médico con mucho ardor ocular, lagrimeo y angustia por la situación que atravesaron y que les impidió jugar.

Previo a todo esto, sin embargo, los médicos de la Conmebol revisaron a los jugadores, reconocieron lesiones físicas, pero aseguraron que no había “causal” de suspensión porque ellos no podían constatar las lesiones de córneas del capitán Pablo Pérez y de Gonzalo Lamardo, quienes tuvieron que ser llevados a un sanatorio privado.

Entre enfrentamientos con la policía, intentos de ingresar al estadio sin entradas y robos en las inmediaciones, el club cerró el estadio, dejando a varios hinchas con entradas en las afueras.

Con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en el estadio, la Conmebol era partidaria de que se jugase, pero el presidente de River Plate, Rodolfo D’Onofrio se solidarizó con los jugadores de Boca Juniors y apoyó el pedido de Daniel Angelici, presidente del Xeneize, de jugar el partido este el domingo 25 de noviembre. Este plan tampoco se cumplió.

¿Por qué? Boca Juniors aseguró que sus jugadores no estaban en óptimas condiciones para afrontar el partido y pidió su suspensión.

Este domingo las puertas se abrieron nuevamente alrededor de las 13.00 y miles de hinchas comenzaron a ingresar al estadio. Sin embargo, una hora después fue el propio Domínguez quien anunció que el partido se iba a posponer nuevamente, esta vez con fecha indefinida.

“Queremos que los jugadores cuando entren sea sin ninguna excusa. El Consejo de la Conmebol no garantiza el espectáculo y por ese motivo vamos a posponer el partido. No es culpa de la Conmebol sino de los inadaptados. Tenemos reportes médicos que no garantizan que haya igualdad deportiva. La decisión ya está tomada”, concluyó.

En Argentina se especula con que el ataque al autobús fue orquestado por los barras bravas (ultras violentos) por el allanamiento de la casa del líder de la barra días antes del partido. Otros aseguran que se trató de errores en el operativo de seguridad.

La única certeza es que la violencia volvió a ser protagonista de un partido disputado en Argentina, como ya ocurrió en incontables ocasiones y derivó en que los partidos se disputarán sin hinchas visitantes desde hace años para intentar disminuir los enfrentamientos y las muertes.