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Danilo Padilha, las manos del Chapecoense, se convirtió en leyenda
El portero estaba listo para abrazar la copa Sudamericana, la primera de su trayectoria, luego de 10 años en el futbol profesional.
Antes de embarcar en el RJ85 con destino a Medellín, Danilo Padilha llamó a su padre. Eran las 12:00 del 28 de noviembre, cuando el arquero del Chapecoense le dijo a Eurico que se quede tranquilo, que a la mañana siguiente le llamaría desde Colombia. “Ve con Dios, que Dios te bendiga”, respondió el señor que no volvió a escuchar la voz de su hijo.
El portero estaba listo para abrazar la copa Sudamericana, la primera de su trayectoria, luego de 10 años en el futbol profesional. En 2006 Padilha consiguió la titularidad en el arco del Cianorte, el club de su ciudad natal que queda a unos 500 kilómetros de Cutiriba (Paraná). En ese año Caio Júnior hizo las veces de DT de ese equipo. En 2013, Danilo llegó al Chapecoense, cuando el combinado estaba en la serie B, como reemplazo de Nivaldo. Un año después, en 2014, con 28 años actuó por primera vez en la serie A.
Júnior y Padilha se reencontraron este año en Chapecó. Y este 2016 ambos se convirtieron en ‘héroes’ de un equipo en ascenso. El pasado 23 de noviembre el golero defendió con su pie derecho un ataque del San Lorenzo, de Argentina, durante los últimos segundos del partido. Su hazaña les mereció ser finalistas.
Por esa hazaña se subió al RJ85 operado por la boliviana Lamia que debía aterrizar en Medellín para librar la contienda contra el Atlético Nacional. Y la madrugada del martes Eurico Padilha no recibió la llamada de su hijo, sino la de un vecino que avisaba que el avión en que viajaba Danilo se había estrellado.
Danielle Padilha, la hermana del jugador, contó a Folha de S.Paulo que a eso de las 02:00 del 28 de noviembre un vecino les avisó de la tragedia. Cuatro horas después, a las 06:00, a través de la televisión se enteraron de que su hermano era una de las víctimas. Pero un mensaje de Whatsapp encendió sus esperanzas.
Un primo de los Padilha recibió el audio de un médico colombiano tranquilizándoles sobre la situación del arquero. La chica, de 27 años, dijo que estaban “viviendo una angustia. Mi papá, mi mamá, todos en casa estamos viviendo esa angustia. No sabemos qué está pasado. Mi primo conoce un médico colombiano, él le envió un audio afirmando que Danilo está consciente y fue transferido a un hospital mayor”.
En efecto, el futbolista, de 31 años, fue uno de los siete tripulantes rescatado con vida durante la madrugada del miércoles. Luego, le trasladaron al Hospital Universitario de San Vicente Fundación, en Medellín. Allí fue sometido a una intervención quirúrgica, pero sufrió un infarto.
A las 13:00 la familia Padilha recibió la noticia. La Cruz Roja confirmó que Danilo estaba en el hospital, pero muerto.
Su padre, madre y hermana recibieron la noticia en Cianorte; su esposa Letícia en Chapecó, ahí estaba junto a Lorenzo, su hijo de dos años.
Lorenzo fue la motivación del arquero. En su cuenta oficial de Facebook, todas las publicaciones están acompañadas de la etiqueta #LorenzoPapaiTeAma. Incluso se tatuó al pequeño en una de sus piernas, en el dibujo aparecen ambos, agarrados de la mano, siguiendo un balón... En la red social también se expresa su fe cristiana.
La capacidad de Danilo le tenía entre los planes del Corinthians. Medía 1,85; “se posicionaba bien, tenía mucha técnica para jugar”, recuerda Adir Kirst, el gerente de Cianorte en un artículo que recoge O Globo, de Brasil. A pesar de ello, confesó en más de una ocasión que nunca quiso ser portero.
Desde pequeño, de acuerdo a una publicación de El Confidencial, sus ídolos eran Romario y Bebeto, a quienes comenzó a seguir desde el Mundial de Estados Unidos 1994. En sus primeros años como futbolista, se inició como delantero, hasta que un entrenador le pidió que cambiara de posición para probar. Una vez se colocó bajo los palos, fue evidente que su capacidad como arquero era suficiente como para seguir: en ese momento su vida cambió. Una simple decisión le llevó a convertirse en profesional y en el ídolo de toda una afición.